La Shemá |
El
Alefato
El idioma hebreo es de origen semítico y es uno de los más
antiguos que se conocen. Se constituye por un alfabeto –el Alefato- de 22
letras consonantes, que se complementan con 5 letras finales, que son variaciones
de determinadas letras cuando van al final de una palabra. El hecho de carecer
de vocales determina que la pronunciación correcta de una palabra –dependiente
de los indispensables fonemas vocálicos- se considerara un conocimiento oculto
y de gran poder.
Para poder pronunciar las palabras de uso común se inventaron
los llamados puntos masoréticos. Una misma palabra puede tener distintas
pronunciaciones, y con ellas, diferente significado.
El texto se escribe de derecha a izquierda, y cada palabra se
forma en base a un conjunto de letras consonantes a las que se les llama Raíz.
De una Raíz, que como mínimo cuenta con dos letras, pueden formarse varias y
diversas palabras. Esta característica de derivar múltiples palabras de una
misma raíz es básica para realizar permutaciones con significado. Las raíces más comunes son ternos de consonantes que expresan una idea concreta, al agregar vocales se obtienen variaciones de esa idea y, según el contexto en que se encuentra la palabra, se conoce el significado correcto y por tanto los fonemas vocálicos a utilizar. Si la palabra se toma aisladamente entonces pueden aplicársele todos los significados según su pronunciación, es decir; será un concepto distinto según los fonemas vocálicos utilizados.
El
Alefato hebreo se conoce también como el “Alfabeto
de Fuego”, por los bellos trazos de las letras y, quizás, porque la letra ש corresponde al 22 sendero
del Arbol de la Vida, por donde entra el Rayo Relampagueante. Su significado es precisamente Fuego y Espíritu, y su
forma recuerda a una triple llama.
Las 22 letras se complementan con 5 letras finales, que son
una variación del símbolo que corresponde a
5 determinadas letras cuando se escriben al final de la palabra.
Existen 3 letras
madres, llamadas los 3 orígenes, pues a partir de ellas se inicia el proceso de
la creación. Cada una de ellas se asocia a un elemento:
א
|
ALEF
|
Elemento aire
|
מ
|
MEM
|
Elemento agua
|
ש
|
SHIN
|
Elemento fuego
|
En el Sepher
Yetzirath leemos: “Da a Shin el fuego,
del cual se forman los cielos. Del agua, que es Mem, nace la tierra y entre
esta y Shin, esta Alef, el aliento de
la que nace el aire, que está entre el cielo y la tierra”. De lo más sutil
a lo más denso se completan los 4 Niveles de Manifestación: el nivel espiritual (fuego), el mental (aire), el
emocional (agua) hasta llegar al plano físico (tierra). Y continúa atribuyendo
a cada una de las tres letras madre una parte del cuerpo humano: A Shin le
asigna la cabeza, el pecho a Alef y el vientre a Mem.
La letra alef es la primera del alefato, la shin es la última, y la mem es la central, si tenemos en cuenta
el alefato completo de 27 letras (contando con las 5 finales).
Gerard Encause, conocido como Papus, afirma que “Al ser cada letra un poder, está vinculada con las fuerzas creadoras
del universo. Así, la combinación de palabras en el idioma hebreo viene a ser
como una oración sobre el mismo universo.”
Y la Ciencia actual confirma el poder de
estas letras: el investigador Dan Winter
analizó las vibraciones del lenguaje hebreo con un espectrograma, descubriendo
que cada uno de los pictogramas que representa una letra hebrea se correspondía
exactamente con la figura que conforma la longitud de onda del sonido de esa
letra.
Por otro lado, existe una
explicación de por qué el alfabeto
hebreo tiene 22 letras, derivada de la Ley
de La Octava: las 7 notas musicales que conforman una octava no tienen entre
sí intervalos regulares, a causa de los semitonos, de modo que existen
realmente 20 notas teóricas:
7 notas + 10 intervalos (5 intervalos dobles) + 2 (intervalos lentos) = 20 notas teóricas.
Si agregamos al comienzo el Do primordial o En Sof, o Principio Vibratorio Primordial, también conocido por ANI, y al final, el otro Do primordial, denominado AIN (Nada), se habrán completado las 22 notas correspondientes a las 22 letras del alfabeto hebreo.
7 notas + 10 intervalos (5 intervalos dobles) + 2 (intervalos lentos) = 20 notas teóricas.
Si agregamos al comienzo el Do primordial o En Sof, o Principio Vibratorio Primordial, también conocido por ANI, y al final, el otro Do primordial, denominado AIN (Nada), se habrán completado las 22 notas correspondientes a las 22 letras del alfabeto hebreo.
Las técnicas
hermenéuticas
El conocido dicho de “hacerse cábalas” alude sin duda a
las técnicas hermenéuticas que permiten encontrar significados ocultos en las
palabras de textos sagrados, como la Toráh, si bien pueden utilizarse para
cualquier otro texto escrito. Cada letra puede tomarse como: un grafema (la
letra como tal), un número (su valor numérico) o una idea (su-s significado-s).
Existen tres técnicas hermenéuticas básicas: Guematria, Temurá y Notarikón.
Guematria
Una cualidad única del hebreo es que cada una de las
veintidós letras tiene un valor numérico, por medio del cual puede ser
calculado el valor numérico de cualquier palabra. El uso hermenéutico de este
valor numérico se basa en la creencia de que dos o más palabras con la misma
guematria deben tener una relación entre sí.
Veamos algunos de los ejemplos más significativos:
Nada, ain ( אין ) y yo, aní ( אני ) tienen el mismo valor: 61. Esto es
justamente lo que podemos encontrar en distintas enseñanzas, como el budismo o
el vedanta advaita: el “yo”, el ego, no es nada, no tiene una existencia real.
Amor, ahaváh
( אהבה ), uno, ejad (אהד ) y vacío, bohú
( בהו ) suman 13. La
identidad entre el Uno o Dios y el Amor es evidente. Más allá de la dualidad de
la manifestación existe la unidad de la divinidad, llámese Dios, Conciencia,
Noúmeno, Fuente o el nombre que queramos darle. Y el vacío puede hacer
referencia a dos cosas: a lo inmanifestado, que es el origen de toda la
manifestación fenoménica, y a la necesidad de “vaciarnos de nosotros mismos”,
de nuestro ego, para poder llenarnos con el amor. El número 13 por otra parte
es muy significativo, pues podemos asociarlo al Cristo, en medio de los 12
apóstoles.
Serpiente, najas ( נּחשׁ ) y Mesías,
mesiaj (מּשׁיּח) comparten el
mismo valor numérico: 358. La serpiente es un símbolo de Kundalini, la fuerza
creativa espiritual que hay en cada hombre. Su despertar completo se relaciona
con la iluminación. La “venida del Mesías” se entiende así, no como la llegada
de un hombre concreto para salvarnos, sino como una metáfora de nuestra propia
evolución hasta alcanzar la divinidad, tal y como se ilustra en el Arbol de la
Vida con la ascensión de la serpiente Najustán desde Malkut hasta Kether.
Finalmente veremos el verdadero origen del número 666, que en
el Apocalipsis es el número del
nombre de la bestia: el Anticristo. Es preciso señalar que el Apocalipsis fue
escrito, no como una profecía que se cumpliría lejana en el tiempo, sino cuyo
advenimiento Juan creía muy próximo. Y teniendo en cuenta que existe una sólida
teoría que afirma que el Evangelio de Juan fue escrito antes del año 70 DC, el
anticristo bien podía ser el emperador romano Nerón, cuya persecución a los
cristianos lo señalaban como enemigo número uno de Cristo. Si tenemos en cuenta
que Juan era judío y transcribimos el nombre “Nerón César” al hebreo, obtenemos: נרון קסר (Nerón
Késar). Consultando la tabla y sumando los valores de cada letra: nun (50), resh (200), vau (6), nun final (50), qof (100), samek (60) y resh (200) obtenemos exactamente 666, el
número del nombre de la bestia. Y para confirmarlo tenemos que Juan añade que
“es número de hombre” y la letra que corresponde al valor 6 en el alefato es
precisamente vau, cuyo principal
significado es “hombre”. De forma que “El que tenga inteligencia calcule el nombre de la bestia salvaje”
apunta directamente al uso de la guematria. Y esto hemos hecho aquí, calcular
la palabra, el nombre, a partir del valor numérico.
Naturalmente, para poder trabajar con esta técnica
necesitamos un diccionario hebreo español y un diccionario de guematria, en el
que aparecen las palabras agrupadas por su valor numérico de modo ordenado.
Ambas cosas podemos obtenerlas en el excelente Diccionario Numérico Cabalístico de Jaime Villarrubia.
Temurá
Si en la guematria atendemos al valor numérico de cada letra,
en la temurá utilizamos las letras en sí, haciendo permutaciones con ellas
dentro de una misma palabra, dividiendo ésta en grupos de letras que formen
palabras o transponiendo el orden de las letras para formar una palabra
diferente. Una modalidad, llamada atbash
consiste en sustituir cada letra por la correspondiente a su opuesta en el
orden alfabético del alefato, es
decir; la primera por la última, la segunda por la penúltima etc…
Algunos ejemplos de temurá:
Mesías, Mesiaj ( משיח ) podemos descomponer esta palabra en dos: moaj ( מח )
cerebro, y iesh ( יש ) realidad, lo que nos habla de un cerebro que puede percibir la
realidad tal y como es, es decir; ha transcendido la ilusión, que es lo que consiguen
todos los hombres “despiertos”.
Una trasposición del orden de las
letras puede verse en ain (אין), nada, y aní
(אני), yo, que lógicamente comparten la misma
guematria al tener las mismas letras. Esto reafirma el carácter ilusorio del
yo, pues las dos palabras se relacionan tanto por guematria como por temurá.
Otra temurá de especial interés para
los españoles, donde floreció especialmente la Cábala en la Edad Media hasta el
triste episodio de su expulsión es
la del nombre que daban ellos a España: סּפרד, Sefarad, y cuya temurá es Pardés, פרדס , Paraíso, pues
España era para ellos su segunda patria y en muchos aspectos un auténtico
paraíso en la tierra. Como puede verse ambas palabras tienen las mismas letras, compartiendo
por ello también la misma guematria.
Es posible también hacer una temurá numérica, trasponiendo por ejemplo las cifras de los valores numéricos de dos
palabras. Un ejemplo muy interesante es el del episodio de Moisés junto a la
zarza ardiente en el Sinaí, cuando pregunta a Dios cual es su nombre:
Moisés (מּשּהּ ), que pregunta, tiene una guematria de 345.
Dios, que responde: “Yo Soy El que Soy” ( אּהּיּהּ שּׂרּ אּהּיּהּ ) tiene una guematria de 543.
Moisés (מּשּהּ ), que pregunta, tiene una guematria de 345.
Dios, que responde: “Yo Soy El que Soy” ( אּהּיּהּ שּׂרּ אּהּיּהּ ) tiene una guematria de 543.
Como puede verse, Moisés es la imagen especular de Dios.
Notarikón
El notarikón permite realizar algo
similar a los acrónimos, tomando las letras iniciales de diversas palabras para
formar otras palabras o frases. Por otro lado, cada una de las 22 letras tiene
un significado propio, lo cual permite encontrar frases significativas a partir
de algunos de estos significados de las letras.
Letra
|
Significados
|
Letra
|
Significados
|
א (alef)
|
Infinito. Pecho. Buey
|
ל (lamed)
|
Corazón.
Movimiento. Látigo.
|
ב (beth)
|
Casa.
Templo. Dentro de.
|
ם מ (mem)
|
Madre.
Agua. Nacimiento.
|
ג (gimmel)
|
Revelación.
Retribución. Camello
|
ן נ (nun)
|
Percepción.
Pez.
|
ד (daleth)
|
Puerta.
Residencia. Palabra.
|
ס (samaj)
|
Secreto.
Base. Fundamento. Serpiente que muerde su cola.
|
ה (hei)
|
Espíritu.
Apertura. Lo femenino.
|
ע (ayin)
|
Ojo.
Fuente.
|
ו (vau)
|
Hombre.
Hijo. Enlace. Unión.
|
ף פ (pe)
|
Boca.
Hombre humilde.
|
ז (zain)
|
Simiente.
Espada. Flecha. Centro.
|
צ ץ (tsade)
|
Justicia.
Equidad. Anzuelo.
|
ח (jet)
|
Vida.
Camino.
|
ק (qof)
|
Llave.
Tradición. Recepción. Parte posterior de la cabeza.
|
ט
(teth)
|
Bien.
Ombligo. Serpiente que ataca.
|
ר (resh)
|
Cabeza.
Soplo. Espíritu vital.
|
י
(yod)
|
Origen.
Padre.
|
ש (shin)
|
Fuego.
Consciencia. Diente.
|
כ ך
(kaf)
|
Copa.
Cáliz. Mano abierta.
|
ת (tau)
|
Materia.
Cruz. Misión.
|
Un ejemplo clásico de notarikón
usando las iniciales es el de Jokmáh
Nistaráh ( נסתרה חכמה ) Sabiduría Secreta, un título de la Cábala. Con ambas iniciales: ח נ , se forma la palabra Jen ( חן ) Gracia.
Esto nos remite a la Cábala como recepción de la sabiduría y tal recepción es un
don divino, por tanto, una Gracia.
Atendiendo al significado de las
letras en una palabra existen numerosos ejemplos.
Kadesh ( קדוש
) santidad, nos remite a la
llave (ק) que abre la
puerta (ד) del hombre (ו) consciente (ש)
Misphaljáh ( משפחה ) familia, nos muestra a la madre (מ ) junto al fuego (ש ) del hogar cocinando el alimento que nutre la
boca (פ ) para mantenernos
con vida (ח ) para el
espíritu (ה )
Podemos combinar temurá y notarikón. Por ejemplo: דעת (conocimiento) y דת (religión) comparten las mismas letras (ד y ת ) pero no (ע). Esta letra significa “ojos”, y
podemos concluir que, sin ellos, la religión es ciega, a diferencia del
conocimiento, que sí es capaz de ver. La “fe ciega” que propugnan las
religiones a todos sus dogmas es lo opuesto al conocimiento.
Para finalizar veamos el Pentagrammatón que propone la tradición ocultista y representa el nombre de Jesús como יהשוה (Yeheshuah), que como puede verse consta de 5 letras, las 4 del Tetragrammatón (יהוה ) a las que se agrega, en el centro, la letra shin ( ש ), una de las 3 letras madre, que representa el elemento fuego y cuyo significado es también “consciencia”. ¿No nos recuerda esta shin central a la “triple llama” que mora en el corazón de los hombres y cuyo representante más insigne es precisamente Yeheshuah, el Cristo Interior?
Para finalizar veamos el Pentagrammatón que propone la tradición ocultista y representa el nombre de Jesús como יהשוה (Yeheshuah), que como puede verse consta de 5 letras, las 4 del Tetragrammatón (יהוה ) a las que se agrega, en el centro, la letra shin ( ש ), una de las 3 letras madre, que representa el elemento fuego y cuyo significado es también “consciencia”. ¿No nos recuerda esta shin central a la “triple llama” que mora en el corazón de los hombres y cuyo representante más insigne es precisamente Yeheshuah, el Cristo Interior?
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