En
el judaísmo primitivo todas las almas de los muertos se reúnen en un lugar
sombrío llamado Sheol. Allí no hay ni recompensa ni castigo, solo
algunos elegidos como Enoc y Elías se salvan de la muerte y la nada
eterna. Este Sheol fue reemplazado más
adelante por la Gehenna, un lugar de castigo para los pecadores, la
mayoría, mientras que unas pocas almas iban directamente al Paraíso. A
diferencia del infierno cristiano, el alma no permanecía eternamente en la
Gehenna, sino solo hasta ser purificada por completo, momento a partir del cual
comenzaba su ascensión al Paraíso. Es pues un concepto similar al del
purgatorio, más que al del infierno, aunque las terribles penas descritas sean
similares, y el fuego purificador una metáfora de las pasiones y deseos que han
de consumirse en él.
![]() |
Elías subiendo al cielo en el carro de fuego |
Otra secta, los esenios, vivían como monjes en comunas a lo largo del Mar Muerto, comunas dónde estaban excluidas las mujeres. Como los fariseos, creían en la inmortalidad del alma, pero a diferencia de ellos rechazaban la envoltura corporal como la cárcel de esta alma que había entrado en el cuerpo atraída por el deseo de lo material. La condena de la materia sería recogida más tarde por el gnosticismo, que resolvió este origen malvado del mundo atribuyéndoselo a un Demiurgo y no al Dios verdadero.
Centrándonos en la Cábala, la tradición remonta su origen a Moisés, que la recibiría del mismísimo YHWH en el Sinaí, pero su desarrollo probablemente comenzó en las comunidades judías de Babilonia. El Talmud ya había dado entrada a buen número de ideas orientales, persas y babilónicas. Entre ellas se hallaba la referencia al valor mágico de las letras del alfabeto, algo ausente de la Biblia, y una angelología muy sofisticada. Se dice que Zoroastro vivió en la Babilonia del cautiverio, y el concepto de inmortalidad del alma se pudo imponer al del judaísmo primitivo. Sin embargo, la eterna lucha entre el bien y el mal del zoroastrismo deriva en un dualismo que influye sin duda en esenios, gnósticos e incluso cristianos. Ahrimán (el Principio del Mal persa) deriva en la figura de Satanás, al que se opone Dios como Principio del Bien.
Sin
embargo en la Cábala Satán es solo el adversario, no un oponente de
Dios, sino una especie de “fiscal” que nos pone a prueba y que nos ayuda a
“estar despiertos”, como nos muestra la propia cábala: la palabra “mal”,רץ (ra) tiene como temurá la palabra “despierto”, ץר (er). Esto puede
interpretarse de varias maneras; una de ellas es que el mal puede despertarnos,
y es claro que en ocasiones solo sucesos dramáticos nos sacan de nuestra
identificación total con el ego y de nuestra inconsciencia, pero también
podemos darle la vuelta y considerar que el mal no es sino fruto de la
ignorancia, y es preciso estar alerta para no caer en conductas reactivas nacidas
de esa parte desconocida de nosotros mismos a la que se conoce como “sombra”.
Para
comprender el concepto de alma que tiene la Cábala es preciso distinguir, en
primer lugar, dos visiones distintas del universo y del hombre: la visión creacionista
y la visión emanatista:
El
creacionismo, defendido por
religiones como el Cristianismo y el Islam, considera que el universo y el
hombre son algo creado por Dios, algo sustancialmente distinto a
El. La distinción entre Creador y Criaturas es absoluta, y el alma inmortal, en
caso de ganar el Cielo, solo puede aspirar a contemplar a Dios, a estar
junto a El, pero no a fundirse con El. (el
Islam, más mundano y práctico puebla al Paraíso de hermosas huríes). Esta visión se acompaña con una concepción
dualista del ser humano como compuesto por cuerpo y alma, ambos creados por
Dios una vez y para siempre. Al morir el hombre, su alma inmortal conserva su individualidad
y personalidad, y tiene un destino eterno en el más allá según hayan sido sus
obras: Cielo o Infierno (o Purgatorio como morada temporal de purificación).
El emanatismo es una doctrina filosófica neoplatónica según la cual el conjunto de los seres, incluidos los seres materiales, derivan de la realidad originaria (Dios, lo Uno) mediante un proceso de emanación. Plotino defiende esta posición: a partir de la superabundancia de lo Uno (la realidad subsistente y originaria) y mediante un proceso espontáneo, se irradian las formas de ser inferiores, organizadas jerárquicamente, en un proceso descendente que culmina en la producción de la realidad material. La Cábala basa su teogonía en este emanatismo que se concreta en los 4 Niveles de Manifestación y en las 10 Sefirot del Arbol de la Vida. Este movimiento “descendente”, de la unidad a la multiplicidad, del espíritu a la materia, se conoce como Involución. La diferenciación absoluta entre Dios y sus criaturas que vemos en el creacionismo implica la existencia separada de la divinidad: el Dios único, y la no divinidad: toda su creación. La Cábala no lo ve así, en el Zohar leemos que “La divinidad es la totalidad de lo que es y existe, por ello se denomina En Soph, Infinito”. Esto implica que toda la manifestación material (y no material) contiene la divinidad, ya que emana de ella. Esto no es panteísmo («todo es Dios y Dios está en todo») pues obviamente el que Dios esté en todo (en mayor o menor grado) no implica que todo es Dios, aunque sí que todo contiene una esencia divina. El Evangelio de Tomás lo expresa de un modo muy hemoso: “Parte un leño y allí Estaré, levanta una piedra y Me Encontrarás.”
![]() |
La serpiente Najustán simboliza el movimiento ascendente del alma |
No
obstante, el sentido de la reencarnación en la Cábala es positivo, como
atestigua el hecho de que guilgul y Jesed (misericordia) tienen la misma guematria: 72, indicando que la misericordia divina nos da
tantas oportunidades como necesitemos para evolucionar. En la obra Shaar Ha Guilgulim (Pórtico de
las rotaciones) Jaim
Vital compila las enseñanzas de su maestro, Ytzak Luria, “El Ari”, el cabalista que más desarrolló esta doctrina.
Luria afirma que la reencarnación tiene un propósito sagrado: el cumplimiento
del tikún, palabra que significa
“reparación”. ¿Y qué es lo que hay que reparar?: el desequilibrio del universo,
originado al descender el Rayo Relampagueante cuya luz era excesiva para las sefirot que debían contenerla a partir de la cuarta sefirá. Una de
las consecuencias de este desequilibrio energético, conocido como Shebirat
Hakelim, es el exilio de la Shekinah al mundo material, Malkut, y la pérdida de la Unidad original. El tikun
es el trabajo que el hombre, cooperando con la divinidad, debe realizar para
rescatar a la Shekinah del exilio y reconstruir la Unidad perdida. Para
ello necesita una evolución que requiere innumerables reencarnaciones, pues en
una única vida sería del todo imposible encontrar y cumplir este propósito
sagrado. Para ello, el alma va evolucionando desde un estado primitivo, más
inconsciente y cercano a la materia, hasta estados más elevados y cercanos al
Espíritu.
Creó, designa el Mundo de la Creación y está conectado con el nivel del alma denominado Neshamáh, el aspecto mental, el alma racional.
El Sefer Ha Bahir distingue cinco niveles del alma. Cada uno de estos niveles representa un nivel diferente de la luz que se originó en el En Sof, la Luz Infinita. En Yejidáh, la luz todavía es muy sublime y el alma se haya unificada, Neshamáh se deriva de la palabra "neshima", que significa aliento, porque este nivel de alma se dice que es como un soplo en la boca de Dios, Jayáh se considera que es la fuerza vital de todo lo que viene después de ella. Ruaj es el alma de luz que sale de la etapa de Neshamá. El alma se detiene en el nivel llamado Nefesh, que está en la sangre de un ser humano físico, y por lo tanto actúa como interfaz entre lo espiritual y lo físico.
La evolución del alma tiene como fin alcanzar su nivel más alto como Yejidáh, la esencia singular de Dios, pues la esencia del alma del hombre es literalmente parte de Dios. El viaje del alma es el viaje de Neshamáh, pues éste es el nivel que se mantiene entre las distintas encarnaciones, lo que en metafísica se conoce como “cuerpo causal”, ya que en él residen las causas que se manifiestan en los niveles inferiores, el receptáculo de todo lo duradero, el registro de las experiencias del alma. Es Neshamáh quien conoce su tikún a realizar como parte de la reconstrucción de la Unidad. La gran metáfora evolutiva de la Cábala es el ascenso del alma por el Arbol de la Vida, contribuyendo al Tikún Olam, el plan espiritual de evolución del mundo.
En
El Zohar se citan tres niveles del
alma, asociados a los Niveles de Manifestación:
“Hizo
al hombre, formó al hombre y lo creó”. (Génesis,
1:26, 2:7, 1.27)
Hizo, se refiere al Mundo de la Acción y al nivel del alma que se llama Nefesh y está relacionado con los
instintos.
Formó, nos indica el Mundo de la Formación y se refiere al nivel del alma que se designa
con la palabra Rúaj y que abarca el
aspecto emocional.Creó, designa el Mundo de la Creación y está conectado con el nivel del alma denominado Neshamáh, el aspecto mental, el alma racional.
Nefesh
es el grado inferior y quien sostiene al cuerpo, al cual nutre. Solo puede
existir unida a él, y el cuerpo solo puede existir unido a ella. Es el pedestal
de Ruaj, el aliento vital, el “alma
en vela” a diferencia del alma “dormida” o inconsciente que es Nefesh (“Y mi
espíritu (ruhi) te busca cuando me despierto”
Is. 26:9).
Por encima de Nefesh y Ruaj hay una esencia superior que las domina, Neshamáh, el alma propiamente dicha.
El Sefer Ha Bahir distingue cinco niveles del alma. Cada uno de estos niveles representa un nivel diferente de la luz que se originó en el En Sof, la Luz Infinita. En Yejidáh, la luz todavía es muy sublime y el alma se haya unificada, Neshamáh se deriva de la palabra "neshima", que significa aliento, porque este nivel de alma se dice que es como un soplo en la boca de Dios, Jayáh se considera que es la fuerza vital de todo lo que viene después de ella. Ruaj es el alma de luz que sale de la etapa de Neshamá. El alma se detiene en el nivel llamado Nefesh, que está en la sangre de un ser humano físico, y por lo tanto actúa como interfaz entre lo espiritual y lo físico.
La evolución del alma tiene como fin alcanzar su nivel más alto como Yejidáh, la esencia singular de Dios, pues la esencia del alma del hombre es literalmente parte de Dios. El viaje del alma es el viaje de Neshamáh, pues éste es el nivel que se mantiene entre las distintas encarnaciones, lo que en metafísica se conoce como “cuerpo causal”, ya que en él residen las causas que se manifiestan en los niveles inferiores, el receptáculo de todo lo duradero, el registro de las experiencias del alma. Es Neshamáh quien conoce su tikún a realizar como parte de la reconstrucción de la Unidad. La gran metáfora evolutiva de la Cábala es el ascenso del alma por el Arbol de la Vida, contribuyendo al Tikún Olam, el plan espiritual de evolución del mundo.
En la tabla siguiente, extraída del libro Kabbalá en píldoras de Jaime
Villarrubia, se sitúa cada nivel del alma en el Arbol de la Vida, y se comparan
estos niveles con los del Hinduísmo Vedanta:
Kabbaláh
|
Hinduismo Vedanta
|
יחידה
Yejidáh: Unidad o singularidad. Esfera relacionada en
el Arbol de la Vida: Kether
|
Brahma / Atman. Definitivo. Conciencia de Unidad
|
נשמה
Neshamáh: El alma propiamente dicha. Situada en el Arbol de la Vida en torno
al Abismo y la No Sefirá Daat
|
Anandamaya Kosha
(Cuerpo
ilusorio de felicidad)
|
חיה
Jayáh: El principio vital. En el Arbol de la Vida se sitúa en la Triada de la Etica, formada por Jesed, Guevuráh y Tiferet.
|
Vijnanamaya Kosha
(Cuerpo
sutil ilusorio)
|
Manomaya Kosha
(Cuerpo
mental ilusorio)
|
|
רוח
Rúaj: El aliento vital. En el Arbol de la Vida se sitúa en la Triada del Temple de Animo, formada
por Hod, Netzaj y Yesod
|
Pranamaya Kosha
(Cuerpo
energético ilusorio)
|
נפש
Nefesh:El alma vegetativa, correspondiente en el Arbol de la Vida a la
sefirá de Malkut.
|
Annamaya Kosha
(Cuerpo
físico ilusorio)
|

Es importante señalar que la reencarnación
solo se hará como ser humano, sin embargo podemos encontrar algunos textos en
la Cábala que hablan de niveles vegetales o animales, pero en este caso no se
refieren a la encarnación física como tales, sino a niveles de desarrollo. Shimon Halevi lo explica muy bien en su
obra Kábala y Psicología: el nivel vegetal de la humanidad hace
referencia a las personas cuya individualidad no está desarrollada y cuya vida
se centra en la supervivencia. En su mayor parte comparten la psique colectiva
de tribus, pueblos y naciones. El nivel animal en cambio indica personas ambiciosas
que ante todo quieren sobresalir, y a menudo utilizan la agresividad si es
necesario, convirtiéndose a veces en auténticos
depredadores. Su prioridad es ejercer el poder, y los resultados dependen del
nivel ético alcanzado. El nivel que podríamos llamar humano implica un
mayor grado de evolución, alcanzado por lo general tras haber vivido muchas
vidas. Estas “almas viejas” no se preocupan solo de la supervivencia ni de la
posición a alcanzar en la sociedad, sino que saben que la vida es algo
más y que el universo debe tener un propósito, propósito que anhelan conocer, centrando
su vida en la búsqueda de ese conocimiento. Estos buscadores son los auténticos
outsiders de la sociedad, pues sienten que “su reino no es de este mundo”
y por ello a menudo tienen dificultades en integrarse en él. Sin embargo, la
individuación requiere afrontar y dominar tanto el mundo interior como el
exterior, y completar debidamente la Triada de Inserción en el Mundo antes de emprender el “camino de vuelta” a
casa, a la Tierra Prometida,
efectuando la más hermosa metáfora de la Cábala: la evolución del alma
ascendiendo por el Arbol de la Vida.

Mucha gracias por este blog
ResponderEliminarYhashua es la letra vav del tetragrametron su número es 6 es el hijo del único yhvh existía antes de adam y después vino a reparar corregir tikum nuestras neshamas es el árbol de la vida mismo shalom
ResponderEliminarPor qué Ubican neshama por encima de Jaya?
ResponderEliminarPorque así están reflejados esos niveles en el Sepher Ha Bahir (Libro del Esplendor). No obstante otros autores ponen a Jayáh por encima de Neshamáh, en el Nivel de Atzilut en vez de en el de Briáh. Aquí y por buscar una comparación con el hinduísmo vedanta, he escogido la visión de Jaime Villarrubia, que se acopla mejor a dicha visión. Pero efectivamente tienes razón, en la actualidad de la Cábala impera la visión contraria. Muchas gracias por tu aportación.
EliminarPero cuäl sería la visión más acercada, la que expones? O la que impera actualmente?
EliminarUn cuerpo puede cambiar de alma en una misma vida?
ResponderEliminarEl cuerpo, como instrumento que es del alma, no puede decidir tal cosa. Creo que te refieres a si un alma puede tomar otro cuerpo distinto al que posee, o si en un cuerpo pueden habitar otras almas distintas. Aquí estaría el tema de la posesión. En el judaísmo existe una tradición que habla de ésto: los dibbuk. palabra dibbuk se deriva del hebreo דיבוק que significa "adhesión", el dybbuk se adhiere al cuerpo de una persona viva y lo habita. De acuerdo con la creencia, un alma que no pudo cumplir su misión durante su vida, tiene una segunda oportunidad de hacerlo en la forma de un Dybbuk. Supuestamente deja el cuerpo del anfitrión una vez que ha llevado a cabo su objetivo, a veces siendo exorcizado por alguien calificado para llevar a cabo este proceso.
Eliminar