“Midióse la zayn con las tareas que le imponían sus significados, y supo que debía abandonar su puesto en el interior del Arbol, entre Jokmah y Tiferet. Había sido, en efecto, como una flecha que apuntaba desde Jokmáh al corazón del Arbol, Tiferet. Pero ahora su aspecto de espada debería coronar el Pilar de la Severidad, y por eso fue a ocupar el sendero que une Binah, la Inteligencia, con Guevurah, el Rigor, que también es la Justicia y el Temor. En su posición, asumió la responsabilidad, pero también la ambición, ya que no podía olvidar su significado de «centro»; la visión de futuro, y también los méritos y las culpas. Todo ello la relacionó en su nueva posición con el Arcano VII, El Carro.”
Séfer Ha Neshamá (Jaime Villarrubia, Carmen Haut, Dulce Mª Millera)

El Arcano VII del Tarot, al que corresponde la letra Zayn, nos muestra a un hombre coronado que conduce un carro tirado por dos caballos. El hombre, un príncipe o un miembro de la nobleza, no utiliza riendas para guiar a los caballos, y solo su mano izquierda está libre para ello, pues con la derecha sostiene un cetro de mando. Ambos caballos miran hacia delante, en la misma dirección, pero sus patas giran hacia el lado opuesto, con lo que es de preveer que el carro volcará tarde o temprano. El príncipe viste una coraza y, sobre los hombros, unos adornos en forma de caras. La visión de conjunto nos sugiere un hombre triunfante subido al carro de la victoria, que se dirige resuelto a una nueva conquista. Una lectura más profunda ve en este arcano al alma, el príncipe, que conduce su vehículo material, el carro, formado no solo por la parte animal, los caballos, sino también por la personalidad, simbolizada por las caras que adornan su traje. Persona viene del latín “per-sonare”, resonar a través de algo. Así se llamaba a la máscara que se ponían los actores para amplificar su voz y representar a un determinado personaje. Y, tras el personaje, el alma solo tiene un objetivo: evolucionar. Su conquista mayor, la conquista de la “Tierra Prometida”, requiere atravesar la última barrera del Arbol de la Vida: el Abismo, para ascender a un plano superior, allí dónde se encuentran sus verdaderas raíces, su Origen.

La palabra carro es en hebreo מרכבה merkavah,
el carro de fuego de la visión de Ezequiel
y el carro con el que el profeta Elías
fue arrebatado al cielo: “Mientras iban caminando y
conversando, de pronto apareció un carro de fuego, tirado por caballos de
fuego. Pasó entre los dos hombres y los separó, y Elías fue llevado al cielo
por un torbellino”. (Reyes 2:11). Merkavah
es también el nombre de un método cabalístico de meditación, cuyo fin es el
ascenso del alma a través de las siete
mansiones celestiales para acceder a la visión del Trono Divino. En el Apocalipsis Juan también habla de siete
moradas de perfeccionamiento, así como en el Libro de Enoch, que describe la ascensión del alma a través de 7
palacios o cielos. Y este número 7, que corresponde al arcano de El Carro, nos conduce
a las siete sefirot inferiores del
Arbol de la Vida, siendo las tres superiores las que integran el Gran Rostro o Tríada Divina. Para acceder al Rostro Divino hay que recorrer las 7
sefirot inferiores, y atravesar la barrera del Abismo.
El conductor del Carro persigue un objetivo, y todos los
objetivos residen en el futuro, lo que requiere la intervención del tiempo. Y
el tiempo aparece en Binah, sefirá a la que se dirige
este sendero VII, partiendo de Gevurah. El tiempo pone límites a la
acción a realizar, pues la vida humana es limitada, pero sobre todo configura
nuestra personalidad, formada a través del relato de nuestra vida. ¿Quién
seríamos si perdiéramos súbitamente la memoria en un lugar en el que nadie nos
conoce?
“El tiempo es oro” es un dicho que puede asociarse a este
sendero. A menudo se interpreta desde la avaricia, como si todo el tiempo
empleado para hacer dinero fuera poco. Pero también podemos ver el tiempo como
algo muy valioso por lo limitado, personal e intransferible. ¿Qué hacemos con el
tiempo de nuestra vida? El niño vive en la eternidad del presente, pero el
adulto conoce los límites del tiempo. Este arcano nos recuerda que somos
responsables del modo en que empleamos nuestro tiempo.
TIPO DE SENDERO: De influjo del Espíritu
sobre la Individualidad.
DIRECCION DEL SENDERO: Ascendente. (Guevurah a Bináh). La responsabilidad es la cualidad por la
que un alma adulta asume un objetivo superior y trata de alcanzarlo. Para ello
requiere saber qué respuesta dar a una situación, en vez de reaccionar ante
ella. La ambición humana tiene objetivos materiales, pero la ambición
espiritual es alcanzar un plano superior, ya que el alma sabe que tiene que evolucionar.
SIGNIFICADOS: La responsabilidad. El
adulto. El trabajo. La ambición. La búsqueda de un objetivo futuro. El tiempo,
que aparece cuando es necesario recorrer un camino. El dinero.
CORRESPONDENCIAS EN EL SER HUMANO: La mano y el brazo izquierdos, de frente. El rostro, de
perfil.
PROBLEMAS SI ESTA BLOQUEADO: El fracaso deriva
con frecuencia en culpabilidad y una autocrítica excesiva, que llega al
autocastigo, consciente o inconsciente. Problemas en el trabajo: se trabaja
demasiado, de modo obsesivo, o bien no se asumen responsabilidades por miedo a fracasar.
Importancia excesiva de la autoimagen y la apariencia. Ambición desmesurada y
ostentación de los triunfos conseguidos. Miedo al ridículo, que deriva muchas
veces en falta de espontaneidad y un rechazo a todo lo que parece “infantil”.
Se ocupa a menudo todo el tiempo disponible con tareas “inaplazables” sin dejar
lugar a momentos de ocio y relax: “no
tengo tiempo para nada”.
PROBLEMAS DE SALUD: La rigidez propia de
una autoexigencia excesiva se acompaña a menudo de un estado de ansiedad
patológico. El “tirar del carro” sin darse un respiro agota las reservas de
energía de la persona, que acaba por “caer del carro” y sumirse en una
depresión.
Memento mori
Una
costumbre de la antigua Roma era la de celebrar el Triunfo: cuando un general desfilaba
victorioso por sus calles, subido a su mismo carro un siervo sujetaba la corona
de laurel, al tiempo que le recordaba su naturaleza mortal. Ninguna victoria
podría convertirlo en un dios ni librarlo de la limitación de su tiempo finito.
La frase empleada era:
Respice post te! Hominem te
esse memento
¡Mira tras de ti!
Recuerda que eres un hombre
El así llamado
Memento mori se ha utilizado profusamente en el arte para recordarnos que, sean
cuales sean nuestros logros, tarde o temprano bajaremos del carro. Vehículo y caballos
deberán ser abandonados, pues solo el Príncipe, el alma, puede continuar el
viaje.