miércoles, 27 de agosto de 2014

El Sendero de El Diablo

“Al representar la samaj lo secreto, también representa su revelación. Y la manera de revelar lo que está oculto en el subconsciente es recordar, dejar que la memoria traiga su carga de información. Por esta razón debió abandonar su posición primitiva entre Netzaj y Yesod, demasiado interna para lo que se esperaba de ella, y pasar al sendero que une Tiferet y Hod. En este caso, la mente era necesaria para dar forma a los recuerdos que fuesen apareciendo, y a la vez, también era aconsejable la cercanía al entorno social, pues de él podrían venir estímulos para el recuerdo en forma de asociaciones de ideas. Pero todo recuerdo es siempre fragmentario, porque falta el elemento esencial del presente, del aquí y ahora. A causa de esta fragmentación, se asoció la letra con el Arcano XV, El Diablo, símbolo de lo que se recuerda y de lo que no se recuerda, del subconsciente, de lo inferior por debajo de lo consciente.”
Séfer Ha Neshamá (Jaime Villarrubia, Carmen Haut, Dulce Mª Millera)



La letra hebrea que corresponde al sendero 15 es la letra ס samaj del alefato, cuyos significados simbólicos son “secreto”, “base, fundamento” y “ouroboros”. El Sefer Yetziráh dice de ella: “El hizo a la letra nun reinar sobre el sueño, y la ciñó una corona y combinó una con otra y con ellas formó a Sagitario en el Universo, Kislev en el Año y el estómago en el alma masculina y femenina”.


Y después del Angel del Arcano XIV nos encontramos con el Diablo en el XV. El 15, la “niña bonita”, no es tal, como tampoco es nefando el 13, ya que el SenderoXIII representa realmente a Jesús, el Cristo, rodeado de sus 12 apóstoles. Esta es una numerología solar, basada en la astrología, en la que el sol recorre 12 casas zodiacales, y también puede verse en la leyenda de Arturo y sus 12 caballeros de la Tabla Redonda. Los senderos XIII del Cristo y XV del Diablo ocupan posiciones opuestas en el Arbol de la Vida, pero ambos, representando la Luz y la Sombra, confluyen en Tiferet, formando, junto con el Sendero XVI, la Tríada del Despertar. Es necesario integrar nuestra luz y nuestra sombra si queremos transcender, pues si mantenemos un conflicto interno entre ambos no dispondremos de la suficiente energía para dar el siguiente paso.


 El Arcano del Diablo nos muestra a una figura hermafrodita, con cuernos y alas de murciélago, encaramada a un pedestal al que se encadenan dos diablillos, que portan cuernos como él y que parecen ser de ambos sexos. En la mano izquierda porta una antorcha llameante, lo que nos remite a la figura de Lucifer, el “Portador de Luz”, indicándonos que habita en la oscuridad, en la noche del inconsciente profundo. Los tres personajes muestran una mezcla de rasgos humanos y animales en referencia al origen primitivo de nuestra especie, que sigue presente en la parte más recóndita de nuestro cerebro, en el llamado “cerebro de reptil”, el básico instinto de supervivencia que funciona en un nivel inconsciente y que nos avisa de si somos depredador o presa, a fin de atacar o huir. Está dotado de varios pares de ojos, para ver mejor sus miedos de frente, y nos saca doblemente la lengua, en el rostro y en el vientre, en una mueca burlona que nos sugiere la ignorante inocencia de un niño haciendo una travesura. El color azul de su cuerpo nos indica que, ante todo, es una entidad espiritual, y su carácter es pues sagrado. Pero sus brazos, su sexo y los dos diablillos son de color carne, están “encarnados” en un cuerpo material y sujetos a las pasiones y debilidades de éste, habiendo ya olvidado su verdadera naturaleza divina.


La asociación del diablo con la serpiente se establece en uno de los significados de samaj, “ouroboros”, ya que la letra asemeja una serpiente enroscada que asoma la cabeza, lista para despertar. También se asocia a Teli, la “Serpiente Polar”: “Dios visitará y vencerá a Leviathan, la Serpiente Polar, la Serpiente Enroscada, y matará al dragón del mar.” (Isaías 27:1). Se asocia asimismo a a la serpiente del Arbol del Conocimiento, que promete la divinidad a quienes comen de su fruto, la sefirá oculta de Daat, cuyos regentes son los llamados Najashim (Serpientes). Y, naturalmente, a Najustan, la serpiente que recorre ascendentemente el Arbol de la Vida, como símbolo de la evolución de la Conciencia hasta su Origen. Por otra parte, hay una relación entre las palabras najas נחש (serpiente) y satán שטן. Ambas comparten las letras shin y nun y tienen una guematria casi igual: 358 y 359 respectivamente. La diferencia es de 1, y éste 1 es la letra alef, símbolo del Absoluto, del Uno, lo que parece indicarnos que la aceptación o no de esta Unidad, a la que llamamos Dios, es lo que diferencia a la serpiente, que evoluciona “hacia arriba”, de satán, que involuciona hacia lo inferior, el inferno, el reino de la ignorancia, la "cueva de Platón" en cuya oscuridad se encuentran cómodos los que renuncian a utilizar su curiosidad y su inteligencia para buscar la la luz. Tal y como dejó escrito Dante sobre el infierno en su Divina Comedia:“Hemos venido al lugar donde te dije habías de ver la gente adolorida que ha perdido el bien del intelecto”. Vamos que, como bien resume  Jaime Villarrubia: “El infierno es para los tontos”.

Existe ciertamente un olvido de nuestra esencia divina, y esto es parte del juego. Pero si no sentimos siquiera el deseo de crecer, de evolucionar, nos mantendremos en la esclavitud de la ignorancia, y ésta es, como bien afirma el budismo, la causa de todo sufrimiento. Si únicamente vivimos en la esfera física y emocional este mundo, que puede ser un paraíso, se convierte en el denostado “valle de lágrimas”. El Diablo, el Señor de la Mentira, es el rey de este mundo, pero también este mundo, Malkut, es la morada de la Shekináh


La prueba que nos presenta este arcano de El Diablo es la confrontación con la sombra, con nuestro lado oscuro, con nuestro inconsciente. Citando a Antonio Blay: “El inconsciente personal está creado por nosotros con todas las cosas que no hemos aceptado vivir”. La causa de esto es que nos identificamos con un personaje que no somos realmente, y todo aquello que va en contra, que no cuadra con él, lo rechazamos y lo encerramos en ese “cuarto oscuro” que es el inconsciente. Naturalmente, el mantener estos contenidos inhibidos no hace que desaparezcan, sino que, cuando la presión es excesiva, salen a la luz. Y pocas cosas son tan temibles coma la irrupción del inconsciente: delirios mentales, somatizaciones en enfermedades graves, conductas violentas o autodestructivas etc. Y si no se llega a esta “bajada a los infiernos”, que puede ser una oportunidad para despertarnos, la inconsciencia nos hace vivir como sonámbulos, en una cómoda zona de seguridad que mantenga alejados nuestros miedos. Y todos los miedos se resumen en uno: el miedo a la muerte. Sabemos en el fondo que el personaje que creemos ser no sobrevivirá a ella, por mucho que nos digan. De ahí que la Tradición afirme la necesidad de pasar por la “muerte iniciática” para desidentificarnos del personaje. Y una oportuna “bajada a los infiernos” puede ser la que remueva los cimientos de la personalidad, como veremos en el Arcano de La Torre, para al fin comprender que no somos ese personaje que creíamos ser. Aquí cobra todo su sentido esa comparación entre ser religioso o ser espiritual: religioso es quien teme al infierno, espiritual es quien ha estado en él. Y ¿no bajó acaso Jesús a los infiernos?.

TIPO DE SENDERO: De vínculo entre la Mente y la Personalidad.

DIRECCION DEL SENDERO: Descendente, de Tiferet a Hod. La mente superior de Tiferet puede controlar los contenidos de la mente concreta de Hod, pero no a la inversa.

SIGNIFICADOS: El inconsciente. Los contenidos reprimidos que conforman lo que llamamos “la sombra”. La memoria y el recuerdo, sobre todo de las experiencias desagradables. La “noche oscura” en el aspecto mental, que provoca confusión por la irrupción del inconsciente. Relaciones con las hijas.

PROBLEMAS SI ESTA BLOQUEADO: Confusión mental. Atracción por lo oscuro. Miedo o búsqueda de lo “diabólico”, de la “magia negra”. Naturaleza muy rebelde y destructiva. Creerse “malo” o identificarse con el “lado oscuro de la fuerza”. Ignorancia, como resultado de mantenerse en la oscuridad por miedo a que la luz nos revele lo que oculta nuestra sombra.

CORRESPONDENCIAS EN EL SER HUMANO: El intestino grueso, de frente y de perfil.


PROBLEMAS DE SALUD: Problemas en intestino grueso y estómago. Pérdidas de memoria y enfermedades como el Alzeheimer (no querer recordar lo negativo). Cáncer (gestación de algo oscuro). Enfermedades mentales, sobre todo esquizofrenia (se “dividen” tanto las partes luminosas y oscuras en uno mismo que la personalidad se desintegra). La alienación puede llegar a ser tan extrema que se produzcan cuadros de  “posesión”.

El origen del mal

La palabra “diablo” proviene del latín tardío “diábolos”, que a su vez se deriva del griego  διάβολος, y significa ‘”el que divide, calumnia y desune”. Lo diabólico se manifiesta en nosotros cuando nos separamos del otro, de lo otro, lo que no es como nosotros, o así creemos, y por causa del miedo nos defendemos atacándolo, no concediéndole ni siquiera en ocasiones el derecho a existir. Todo el mal que acontece en este mundo tiene ese origen. La compasión, la empatía, está ausente cuando nuestra atención se concentra en lo que nos separa, no en lo que nos une. Y, como muy bien dijo el gran Nisargadatta Maharaj: “La naturaleza del amor es no ver la diferencia”.