lunes, 30 de abril de 2012

Los Ejes del Arbol de la Vida



"El Árbol de la Vida se extiende desde lo alto y hacia lo bajo y el sol lo ilumina enteramente”
El Zohar

En el simbolismo hindú existen 7 regiones espaciales: los 4 puntos cardinales más el Cénit (punto más alto) y el Nadir (punto más bajo), y como séptima región el Centro, es decir; una cruz tridimensional con un punto central .  El Arbol representaría el Axis Mundi,  presente en casi todas las Tradiciones, y la polaridad Cénit-Nadir equivaldría al espíritu y la materia. El hinduismo lo expresa como Purusha y Prakritti, el Budismo como vacuidad y fenómenos, el taoismo como Cielo y Tierra, dos polos entre los cuales se extiende todo el cosmos.
Este eje básico Arriba (Cielo) Abajo (Tierra) estaría representado en el Arbol de la Vida por las sefirot de Kether y Malkut, unidas por el llamado Sendero de la Flecha en el Pilar Central del Arbol.
En todas las tradiciones se considera este eje Cielo Tierra, y en muchas se representa como un árbol.


Desde el árbol Yggdrasil de la mitología escandinava, hasta el árbol navideño, pasando por el “Arbol de la Iluminación” bajo el que Siddartha se convirtió en Buda, la simbología no se agota con el eje vertical que conecta cenit y nadir. Pues además los árboles celestes o míticos aparecen invertidos. En los Upanishads da cuenta de un árbol cósmico llamado Ashvattha cuyas raíces están en el cielo y cuya copa frota la tierra. 



En el Arbol de la Vida existen los siguientes ejes:

Ejes horizontales
Eje Jokmah-Binah: Polaridad Yin-Yang, Pasado-Futuro, Espacio-Tiempo, Energía-Materia.
Eje Jesed-Gevurah: Polaridad Bien-Mal, Expansión-Restricción.
Eje Netzaj-Hod: Polaridad aspecto emocional-aspecto mental.

Ejes verticales
Eje Kether-Malkut: Cielo-Tierra, Espíritu-Materia.
Eje Tiferet-Yesod: Individualidad-Personalidad, Yo Superior-Ego.

Mandala de Vajrayoguini
El Centro del Arbol corresponde a la sefirá de Tiferet, el “sol de 8 rayos”, por los 8 senderos que confluyen en ella. El simbolismo del Centro es también común a todas las tradiciones. Por ser el punto de equilibrio, el Centro tiende a permanecer estable, equilibrado e inmutable, representando realidades tanto internas como externas, macrocósmicas y microcósmicas a la vez.  El Centro aparece entonces como el punto donde los pares de opuestos son trascendidos y surge la armonía del equilibrio. No en vano Tiferet significa Belleza, y los conceptos de belleza y armonía van estrechamente ligados. Así, y en virtud de su universalidad, el simbolismo del Centro es de vasta profusión y aparece necesariamente en las alegorías iniciáticas de todas las épocas y culturas. Símbolos del Centro son la Rueda –los radios confluyendo en un eje fijo-, el propio Sol, la Rosa, el Laberinto y, por supuesto, el Corazón. Y en muy diversas corrientes espirituales se halla reflejado este axioma:

Si encuentras tu centro, encuentras el Centro

¿A qué si no se refería Jesús cuando decía que no buscáramos el Reino de los Cielos aquí o allí, “porque el Reino de los Cielos está dentro de vosotros”

Necesidad de las polaridades

El mundo emanado de la sefirá Kether principia con una dualidad básica: Yin (Binah) y Yang (Jokmah), constituyendo un eje de polaridad de importancia fundamental pues manifiesta el género en todo lo creado, no únicamente en los seres vivos. Dios Padre (Jokmáh) y Dios Madre (Bináh) están más allá del Bien y del Mal, la siguiente polaridad del Arbol: las sefirot de Jesed como “bien” y Gevurah como “mal”. La identificación de estos principios opuestos con Dios y Diablo es frecuente en no pocas tradiciones y adolece de un maniqueísmo que ignora la Unidad como principio fundamental de la divinidad. El mismo Jung había hablado, en “Psicología y religión”, de la actualidad del gnóstico Carpócrates, que sostenía que “bien y mal son solamente opiniones,  no son más que aspectos éticos de estas antítesis naturales”. Para conciliar estos opuestos y restaurar la Unidad original Jung y Herman Hesse introducen a Abraxas como un dios que une simbólicamente lo divino con lo demoníaco, lo bueno con lo malo, la vida con la muerte. Pero ya el monoteísmo judaico e islámico presentaba como declaración de fe que Dios es Uno.

La polaridad manifestada en cada eje es necesaria para que exista cualquier manifestación fenoménica, comenzando por la vida, que requiere macho y hembra. En “El Kybalión” hermético se representa como la Ley de Polaridad: “Todo en la Creación es dual, todo tiene dos polos, todo tiene su par opuesto”. Los opuestos no son sino la cara y la cruz de una misma moneda, y la diferencia entre ambos es solo de grado.

El movimiento de ascenso en el eje vertical Cielo-Tierra vendría representado por kundalini Shakti subiendo por el canal central Sushuma hasta alcanzar el “Loto de los Mil Pétalos”, para fundirse con Shiva. Mientras que el movimiento de descenso sería llevar el Cielo a la Tierra, o Kether a Malkuth, como todas las utopías sacras y profanas han anhelado para un futuro, quizás recordando una antigua Edad de Oro perdida.

En el Arbol de la Vida la sefirá de Malkut es la morada de la Shekináh, la Presencia Divina de Dios en su aspecto femenino. El paralelismo incluso lingüístico con la Shakti hindú es evidente. La Shekináh, también conocida como “La Divina Princesa”, sufre el exilio en la materia, y duerme esperando ser rescatada igual que kundalini duerme enrollada en el chakra Muladhara.

En el eje horizontal Bien-Mal el movimiento entre ambos polos requiere un Centro en el cual pivotar y que sirva como punto de referencia. La imagen de un balancín es aquí adecuada, y una excesiva inclinación hacia un extremo se traduciría en una pérdida de equilibrio. Y del mismo modo que en matemáticas nos enseñan que + x + = - , resulta que un exceso de bueno es malo. Y no por bueno, sino por exceso.

En el Arbol de la Vida el “balancín” entre las sefirot de Jesed o Misericordia y Gevurah o Rigor es el sendero VIII “La Justicia”. Y esta Justicia es Divina pues se rige por las Leyes Universales, las 7 Leyes recogidas en “El Kybalión”. El centro sobre el que pivota este eje es naturalmente Tiferet, y el pie del balancín es el sendero XIV “La Templanza”, cuyo nombre ya sugiere el evitar los extremos.


La necesidad de polaridades para que exista manifestación fenoménica se encuentra también en el hinduísmo. El Pralaya o "Noche Cósmica" es el tiempo fuera del tiempo en que existe un perfecto equilibrio, y por tanto, ninguna manifestación, porque ésta requiere siempre de dos fuerzas opuestas. El crecimiento y la evolución se producen por la dinámica de estas fuerzas opuestas, que funciona siempre siguiendo como vimos la Ley del Pendulo o Ley de Polaridad. Cuando hay una inclinación excesiva hacia un polo, en el Arbol de la Vida una sefirá de un eje determinado, se producirá un desequilibrio que liberará el aspecto negativo de esa sefirá. A este aspecto negativo Dion Fortune lo denomina Qlifot o Qliphoth. Los qlifot son los lados sombríos de los sefirot y manifiestan estados de caos y desorden. Más adelante se estudiarán, pues representan en la Cábala aquello que conocemos como "mal".


martes, 24 de abril de 2012

El Arbol de la Vida como representación del hombre

 “Lo que está arriba es igual a lo que está abajo”.
El Zohar

La llamada Ley de Correspondencia enuncia lo mismo: “Cómo es arriba es abajo”. El Arbol de la Vida representa no solo todo el universo en general, sino también al hombre en particular.  Es Adán Kadmon, el hombre primordial, creado por Dios a su imagen y semejanza. 

Algunos autores diferencian las posiciones izquierda y derecha del Arbol según éste represente al Macrocosmos, es la forma en que lo vemos habitualmente, o al Microcosmos, es decir, al hombre. En este caso invierte las columnas, de forma que la izquierda es la derecha y contiene sus sefirot, y viceversa en la columna derecha.  

Pero esta diferenciación es superflua y contradice la citada ley. No hay diferencia entre Macrocosmos y Microcosmos. Y debemos ver a este hombre reflejado en el Arbol como mirándose en un espejo, de modo que la columna derecha representa la parte derecha de su cuerpo, y la izquierda la parte izquierda de éste. 
También confirma este enfoque el episodio de la zarza ardiente, donde  podemos ver como el hombre es esa imagen especular de Dios. Moisés pregunta a Dios quién es:

Moisés     מּשּהּ  con guematria de 345.
Dios     אּהּיּהּ שּׂרּ אּהּיּהּ   “Yo Soy el que Soy”  con guematria 543

El valor de Moisés, 345 es la transposición del valor de Dios, 543. Es, pues su imagen especular.


 Correspondencia con las sefirot

Kéther:  No se corresponde con una parte del cuerpo, sino que está fuera de éste, a modo de “Corona” de Adan Kadmon. El chakra Corona.

Jokmáh:  Hemisferio cerebral derecho. Ojo y oído derechos.

Bináh:      Hemisferio cerebral izquierdo. Ojo y oído izquierdos.

Jesed:      El brazo y mano derechos. El costado derecho. El hígado.

Gevuráh: El brazo y mano izquierdos. El costado izquierdo. El bazo y el páncreas.

Tiferet:     El corazón. El estómago. El pecho.

Netzaj:     Cadera derecha. Rodilla derecha. Pierna derecha.

Hod:         Cadera izquierda. Rodilla izquierda. Pierna izquierda.

Yesod:     Organos sexuales.

Malkut:  Pies. Ano. 

 Correspondencia con el sistema de chakras


También, y como antes apuntaba, existe una correspondencia entre los 7 chakras y los 10 sefirot, que es la siguiente:
Como puede verse hay chakras que se corresponden a una única sefirá, y chakras representados por dos sefirot.

Si las sefirot se encuentran en la columna central, las correspondencias son únicas: Malkut con Muladhara, Yesod con Swadhistana, Anahata con Tiferet y Sahasrara con Kether.

Si las sefirot están en columnas laterales la correspondencia es doble: Hod y Netzaj con Manipura, Jesed y Gevuráh con Vishuddha y Jokmáh y Binah con Ajna.

La sefirá Daat, al no ser una esfera como las demás, no se cuenta como tal. Sin embargo, para algunos autores si ha de corresponderse a un chakra este sería Vishuddha.



También existe un paralelismo con los 3 nadis principales del cuerpo sutil:

Ida:  aspecto femenino, columna izquierda.

Pingala: aspecto masculino, columna derecha

Sushuma: canal central por el que asciende
kundalini: columna central.

Los nadis se cruzan en cada chakra, y como veremos más adelante existe una correspondencia entre los chakras y los sefirot.


  1. El canal central, Sushuma, en el Arbol de la Vida se corresponde con el Pilar Central y el llamado Sendero de la Flecha”, que asciende directo desde Malkut Kether, pasando por YesodTiferet Daat.  Es el Sendero del que hablan los iniciados de todas las tradiciones.



ESQUEMA DE CORRESPONDENCIAS DEL ARBOL DE LA VIDA





sábado, 21 de abril de 2012

Las tres barreras del Arbol de la Vida

En el ascenso evolutivo del hombre hacia su Origen, representado en el Arbol por Kether, se presentan tres barreras que simbolizan obstáculos a superar, y que se asocian a tres sefirot: Yesod, Tiferet y Daat.  Estas barreras son:

Queshet : el Arco Iris . A la altura de la esfera de Yesod. El arco iris es una ilusión óptica, no existe en realidad, del mismo modo que el “yo personal” o ego, representado por Yesod.  Cualquier tradición iniciática o mística, oriental u occidental, considera que es imposible proseguir una evolución sin superar el ego. La identificación con el personaje impide ver ni siquiera los aspectos mentales y emocionales que lo rigen, representados en las esferas de Hod y Netzaj, la mente concreta y las emociones, respectivamente. Para poder ver esto debemos situarnos en Tiferet, y ahí se encuentra la siguiente barrera:




Parojet : El Velo del Templo. A la altura de la esfera de Tiferet, que es el Centro de la Individualidad o Yo Superior o también el Centro Crístico. A partir de esta frontera comienza el mundo supramental  y retirar este velo requiere superar la “prueba del Amor”, entendido éste no como un sentimiento, sino como un estado del ser.  Integrar por completo que todos somos iguales en nuestro corazón. Nisargadatta Maharaj, desde una tradición tan distinta como el vedanta advaita, lo define a la perfección: “La naturaleza del Amor es no ver la diferencia”. La consecuencia es superar la propia individualidad, del mismo modo que en la primera barrera superábamos el ego. El Velo del Templo separa pues el nivel personal del transpersonal.

Teham : El Abismo. A la altura de la “no esfera” de Daat, o esfera del Conocimiento. Esta es la frontera que separa la Unidad, representada por la Triada de las Raíces, del resto del Arbol, en el que reina la dualidad, representada en su nivel más elevado por la dualidad de las esferas de Jesed y Geburáh, Misericordia o Rigor, Expansión o Limitación, y en definitiva: “Bien” o “Mal”, tal y como nosotros lo interpretamos. Esta es la frontera que, en definitiva, nos separa del Paraíso, del que caímos por probar la fruta del Arbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Metafóricamente, un abismo hace referencia a una separación muy difícil de traspasar, prácticamente imposible. Y es lógico porque hay que superar la dualidad, y la última y más grande dualidad a superar es la separación sujeto-objeto. Por encima del Abismo se encuentra el Unico Sujeto: la Divinidad, o, si se prefiere, la Consciencia. Muy pocos hombres consiguen traspasar esta frontera, y los que lo hacen y comen el fruto de Daat: el Conocimiento, ciertamente se convierten en la Divinidad. Para ellos el juego ha terminado, y no obstante muchos de estos verdaderos Maestros se plantean mostrar este Conocimiento a los demás. Dar este Conocimiento plantea serios problemas, pues algo inefable de por sí resulta muy difícil de transmitir, y no todo el mundo está preparado para recibirlo, ni, por supuesto, está motivado para ello. Por lo general se ha transmitido de forma oral y a unos pocos iniciados y, con el fin de protegerlo, se ha hecho hermético.  Pero, sea como sea, el “iluminado” solo puede señalar con sus palabras un camino que cada hombre debe recorrer por sí mismo.


Tomada del libro "Sefer Tamar o Nueva guía de perplejos" (Jaime Villarrubia y Tamar Looz)

domingo, 15 de abril de 2012

Evolución e Involución en el Arbol de la Vida


Existen en el devenir del Espíritu dos movimientos que siguen dos direcciones opuestas: el descenso del Espíritu hasta la materia, y el ascenso de la materia hasta el Espíritu, ambos igualmente importantes y ya reconocidos por Platón, quien hablaba de la manifestación del Uno en múltiples Formas, o del movimiento ascendente que conduce a dichas Formas hasta su Fuente, el Absoluto. El movimiento ascendente representa la evolución de la materia hacia el Espíritu, mientras que el descendente sería la involución del Espíritu en la materia.

En el ciclo de Involución se manifiestan sucesivamente los 4 Niveles de Manifestación y se va descendiendo por el Arbol, adquiriendo cualidades cada vez más diferenciadas y densas hasta llegar al mundo físico tal y como lo conocemos. El movimiento de Evolución sería en cambio el retorno a la Fuente a partir de Malkut, ascendiendo por el Arbol. Podríamos decir que involucionar es sumergirse en un plano de manifestación: el Mundo de Assiáh, mientras que evolucionar sería dominar este plano y trascenderlo. La gran metáfora evolutiva de la Cábala es el ascenso del alma por el Arbol de la Vida, contribuyendo al Tikún Olam, el plan espiritual de evolución del mundo.
Para ilustrar esto tenemos dos elementos simbólicos a veces representados en el Arbol:




El Rayo Relampagueante, o Kav que como una espada de fuego recorre en zigzag el Arbol hasta “tomar tierra” en Malkut. Es el “Descenso del Poder” o movimiento de Involución, la manifestación de la Divinidad de lo más sutil a lo más denso hasta llegar al plano material.

La serpiente Najushtan, que hace el movimiento inverso de Evolución recorriendo desde Malkut todos los senderos del Arbol hasta llegar a Kether.  Esta serpiente nos recuerda a la Kundalini  Shakti buscando su unión cósmica con Shiva.
Es interesante reseñar que Najushtan es una palabra derivada de נּחשׁ (najas), cuyo significado es precisamente serpiente. La relación de esta palabra con Satán שׁטן puede comprobarse por las letras que comparten: shim ש y nun נּ


La serpiente es un símbolo dual que podemos representar por la víbora y la cobra: la víbora representa el aspecto ignorante, nuestro primitivo cerebro de reptil, nuestra animalidad. La cobra por el contrario representa ,tal y como los egipcios mostraban en el ureus, nuestro impulso por elevarnos y trascender, por evolucionar. Incluso en la iconografía cristiana existe este aspecto dual de la serpiente en la Anfisbene, la serpiente de dos cabezas, una de las cuales representa al Cristo y otra a Satanás. Curiosamente נּחשׁ (najas) y מּשׁיּח (mesías) comparten el mismo valor numérico: 358, lo cual confirma esa relación. Es muy importante resaltar que, al hallarnos en un mundo de dualidad, todos los objetos tienen dos aspectos, normalmente etiquetados como “bueno” y “malo”. El aspecto de Satán como serpiente que tienta a Eva a comer del Arbol del Conocimiento  no es malo por proponer ese fin, sino por ignorar que antes debe comer del fruto del Arbol de la Vida. Se requiere evolucionar –lo que Najushtan representa- antes de obtener el Conocimiento, que en el Arbol de la Vida se encuentra en la sefirá de Daat, justo en el centro del Abismo. El orden angélico que guarda esta esfera de Daat son precisamente los najashim.

En su descenso, el Rayo Relampagueante entra desde Kether por el sendero correspondiente a la letra שּ Shin, que precisamente significa “fuego” y “espíritu”. En su recorrido en zigzag pasa por todas las sefirot hasta tomar tierra en Malkut, recorriendo determinados senderos que configuran tres Triadas estructurales:

A la derecha vemos dichas Triadas Estructurales, limitadas por las 3 Vigas del Arbol, los senderos horizontales que unen las sefirot externas.

La triada superior es la Triada de las Raíces, y corresponde al “Mundo de la Emanación” (Atzilut).

La triada intermedia  es la Triada de la Etica, y corresponde al “Mundo de la Creación” (Briah)

La triada inferior es la Triada del Temple de Animo, y corresponde al “Mundo de la Formación” (Assiah).

El “Mundo de la Acción” se corresponde con la décima sefirá: Malkut.

Le evolución, el “retorno al Origen”, puede realizarse por dos caminos:

El Camino de la Iniciación, que es el que sigue las espirales de la serpiente Najustán ascendiendo hasta Kether y pasando por todas las sefirot y senderos del Arbol. Este es el camino del ocultista.

El Camino de la Iluminación también llamado Sendero de la Flecha, que asciende por el Pilar Central, desde Malkut hasta Kether, pasando por Yesod, Tiferet y Daat, y los senderos 21, 14 y 2. Este es el camino del místico, y del mismo modo que ascender en línea recta una montaña es mucho más esforzado que hacerlo en zigzag, este camino es directo pero requiere una fe y energía excepcionales, y, sobre todo, un gran equilibrio, tal y como representa el Pilar Central.  En yoga representa la ascensión de Kundalini por el canal central: Sushuma.

En cualquiera de los casos, el ascenso implica atravesar unas barreras que marcan el paso de un nivel de manifestación a otro. Estas barreras impiden el ascenso al individuo que no ha evolucionado hasta el  nivel que marca este límite. Veremos estas barreras más adelante.

martes, 10 de abril de 2012

Los 3 Pilares del Arbol de la Vida


Hay 3 pilares o columnas en el Arbol de la Vida:


La  Columna derecha, de color blanco, llamada de la Misericordia.

La Columna izquierda, de color negro, llamada del Rigor.

La Columna Central, de color gris, llamada del Equilibrio.


Dichas columnas tienen los atributos de sus principales esferas:


La columna derecha representa la energía y el espacio (Jokmah)

La columna izquierda representa la materia y el tiempo (Binah)

La columna central representa la consciencia (Kether)





Naturalmente las columnas izquierda y derecha equivalen a las columnas Jaquin y Boaz del Templo de Salomón. El aspirante a entrar en el Templo sería la columna central, y se coloca entre estas dos columnas de la entrada, en el lugar central o medio donde se produce el equilibrio o armonización de toda dualidad a través del eje vertical invisible. El balanceo de las fuerzas Yin y Yang posibilitan el equilibrio exacto para ascender hacia la Unidad.



En el Caduceo de Hermes o Mercurio vemos cómo energías contrarias y por ende, cualquier par de opuestos, en este caso representados por dos serpientes, se unen por la acción de un eje central que las concilia, las ordena y las trasciende. Mediante esta unión de los contrarios puede irse escalando a través del eje hasta que esa dualidad es superada por la función polar del eje mismo, que trasciende los opuestos.



Esta “trinidad” podemos verla también en otros sistemas. Por ejemplo, en el Yoga, serían equivalentes a las tres “Gunas”:

Rajas:  energía, columna derecha
Tamas: materia, columna izquierda.
Satva:  consciencia, columna central



También existe un paralelismo con los 3 nadis principales del cuerpo sutil:

Ida:  aspecto femenino, columna izquierda.

Pingala: aspecto masculino, columna derecha

Sushuma: canal central por el que asciende
kundalini: columna central.

Los nadis se cruzan en cada chakra, y como veremos más adelante existe una correspondencia entre los chakras y los sefirot.


  1. El canal central, Sushuma, en el Arbol de la Vida se corresponde con el Pilar Central y el llamado Sendero de la Flecha”, que asciende directo desde Malkuth a Kether, pasando por Yesod, Tiferet y Daat.  Es el Sendero del que hablan los iniciados de todas las tradiciones.


Desde la física cuántica también puede establecerse un interesante paralelismo: el fotón se comporta como onda o partícula según el observador: onda, como energía, partícula, como materia, y el observador representa naturalmente al testigo: la consciencia.  He aquí los 3 ingredientes básicos de los que está formado el universo.

viernes, 6 de abril de 2012

Los Niveles de Manifestación


 

En Cábala se habla de 3 niveles de Existencia Negativa: lo Inmanifestado, y 4 niveles de Existencia Positiva: lo Manifestado.

Los 3 niveles o Velos de Existencia Negativa se conocen como Ain אּיּן (Nada), Sof  סּוּףּ (Infinito, Ilimitado), Aur ﭏוּרּ(Luz). Este Ain Sof Aurסּוּףּ ﭏוּרּ  אּיּן o Luz Infinita, que proviene de la Nada,  está más allá de nuestra comprensión, y sólo a partir de la primera emanación de este Inmanifestado, que constituye la esfera de Kether, podemos entrar en una cierta comprensión, más intuitiva que racional, pues la primera sefirá representa la Unidad, el Ser Unico y Existente por sí Mismo, al que comúnmente llamamos Dios, y cuyo nombre en Kether es Ehiéh אּהּיּהּ

La manifestación surge cuando la Luz Infinita del Ein Sof se contrae, a fin de crear un espacio vacío en el que puedan desarrollarse otros mundos. Esta contracción se conoce como Tzimtzum זּוּם זּוּם ,y es el origen del todos los niveles de manifestación. El Tzimtzum marca el paso de la Realidad Ultima, perfecta e infinita, a la realidad limitada e imperfecta de los mundos manifestados, en los que la Luz Infinita se velará en mayor grado a medida que se suceda cada nivel de manifestación. Una impresión de ésta Luz Infinita, llamada Reshimo, permanece como una huella en el espacio de la creación, del mismo modo que la santidad de un hombre justo aún irradia en el lugar en que permaneció. En éste Reshimo se proyectará el Ein Sof a través del Kav, el Rayo Divino o Rayo Relampagueante. El espacio se llenó de Luz Infinita, dando lugar a un primer nivel de existencia conocido como Adán Kadmón u Hombre Primordial, que será la raíz de las diez sefirot.

Las etapas que se suceden son pues cinco:
1. Lo Inmanifestado: Ein Sof
2. El Tzimtzum
3. La formación del Reshimo.
4. La entrada del Kav
5. La generación de Adán Kadmón, alma de las diez sefirot.

Las diez sefirot son los recipientes o vasijas, Kelim, que acogerán la luz del Kav en su manifestación, comenzando desde Kether, la primera sefirá, y terminando en Malkut, la décima y última, agrupándose en distintos niveles o mundos, Olam.


Estos Niveles de Manifestación serían:

Atziluth   Nivel de Emanación
Comprende la Tríada de las Raíces o “Gran Rostro”, formado por las sefirot de Kether, Jokmah y Binah

Briah    Nivel de Creación

Yetzirah   Nivel de formación

Assiyah  Nivel de Acción
Comprende la esfera de Malkuth

Atziluth   es el plano divino o “mundo arquetípico” que da lugar a la manifestación representada por las diez emanaciones o sefirot, cada una de las cuales representa un aspecto divino: Sabiduría (Jokmáh), Inteligencia (Bináh), Misericordia (Jesed), Rigor (Gevuráh), Belleza (Tiferet), Eternidad (Netzaj), Esplendor (Hod), Fundamento (Yesod) y Reino (Malkuth).  Aquí se encuentra reflejado el Hombre Superior y Divino: Adam Kadmon, el Hombre Primordial

Briah   en este plano se ha traspasado el Abismo y por tanto se ha producido la gran separación entre el Sujeto –la Divinidad-, y el Objeto –la creación misma-. Las esferas que lo componen se encuentran a caballo entre el plano mental (Tiferet) y el plano espiritual (Jesed, Gevuráh). Se asocia a este plano a los Arcángeles.

Yetzirah   El nivel de la Formación se encuentra más próximo a la materia, entre el plano mental y el plano astral. Comprende las esferas de Hod, Netzaj y Yesod, mente concreta, emociones y personalidad, aspectos desarrollados, en mayor o menor grado, por todos los seres humanos. Se asocia a este plano los Angeles.

Assiah  El nivel de la Acción es el más denso y corresponde a la materia tal y como la conocemos, siendo en el hombre el cuerpo físico y su doble etérico. Representa el plano físico y su sefirá es Malkuth.

Puede observarse que los colores primarios de la Triada de la Etica (rojo, azul, amarillo) se combinan para formar los secundarios de la Triada del Temple de Animo (verde, naranja, violeta). La esfera de Malkuth representa el último nivel de manifestación: la tierra, y su división en 4 colores nos habla de los 4 elementos que constituyen el mundo material.

Si tenemos en cuenta que en el hombre existen 4 planos: físico, emocional (astral), mental y espiritual, los Niveles de Manifestación contienen estos planos del siguiente modo:

Assiah       Plano físico (naturaleza) y astral
Yetzirah   Plano astral y mental
Briah        Plano mental y espiritual
Atziluth   Plano espiritual y Divinidad (Adán Kadmón)

Como antes vimos en La Escalera de Jacob, cada nivel de 
manifestación tiene su propio Arbol. De arriba abajo estarían representados los Arboles de Atziluth, Briah, Yetzirah y Assiah.

 Cuando el hombre completa todo el Arbol de Assiah y llega a su Kether, que es el Tiferet de Yetzirah, tiene el dominio sobre todos los animales, plantas y otros elementos de la tierra. Pero si no prosigue su evolución se quedará confinado en el mundo de Assiah, donde nacerá y morirá en una existencia cíclica. El alma natural o Nefesh se recicla en un proceso que se conoce con el nombre de Gilgulim o Ruedas de la Transmigración. Solo al realizar todos los potenciales de nefesh surge la posibilidad de acceder al siguiente nivel, para el que se requiere un alma más evolucionada: el alma emocional-mental representada por Ruaj. Literalmente el hombre va afinando el vehículo que le permite ascender. Y la señal no es otra que el deseo de hacerlo, ese impulso que describe magistralmente Ken Wilber en su “Proyecto Atman”. Mientras no surge ese deseo de transcendencia el hombre queda confinado a la realidad del mundo material (realidad viene del latín “res”, cosa, objeto), y al proceso cíclico de muerte y renacimiento llamado Gilgulim o, en el budismo, Samsara.

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Qué es la Cábala?



La Cábala o Qabbaláh significa literalmente “recepción” y es conocida como un sistema filosófico esotérico, de origen judío, que comprende una Teosofía completa y una serie de herramientas para la evolución armónica del hombre. 

Tras la diáspora se encuentran asentamientos judíos en el Languedoc francés, donde ya en el siglo XII Isaac el Ciego escribe presuntamente una obra cabalística: El Bahir. De Francia la Cábala pasa a España, donde destacan figuras como Azriel de Gerona o Ibn Gabirol. España, Sefarad, es el lugar donde la Cábala alcanza su esplendor, con una obra del mismo nombre: El Zohar (Libro del Esplendor), atribuido a Moisés de León. Sin embargo, su verdadero origen se remonta a tiempos bíblicos, puesto que la Cábala, como todo saber esotérico, se transmitía oralmente a unos iniciados.

El término “recepción” indica que es un saber revelado directamente por Dios, se dice que a Abraham y Moisés. De ahí viene el otro término por el que se la conoce: Sabiduría Secreta (jokmáh nistaráh). Algunos cabalistas afirman que la Cábala es inherente al hombre desde Adán, un conocimiento interno que puede desvelarse, de ahí que digan que “La Cábala no se estudia se recuerda”.

Utilizando las herramientas de la Cábala (Notarikón y Temurá), analizaremos su significado: 
קבלה
Comienza por la letra ק Quof, que significa tanto llave como parte posterior de la cabeza, la “Boca de Dios”, donde según se dice se recibe la iluminación.

לב
Leb
Corazón
הבל
Hevel
Aliento
להב
Lahab
Llama
לבה
Labah
Entusiasmar



Una posible composición con estas palabras sería:  “El aliento que prende la llama del corazón con entusiasmo”.

La Cábala se constituye por:

  • Un cuerpo de conocimientos teosófico y filosófico, que incluye una interpretación hermética de la Toráh, y obras propiamente cabalísticas como el Zohar y el Sefer Yetzirath.  Para los cabalistas, el lenguaje es creador y la Toráh contiene todas las claves necesarias para la comprensión del cosmos y del hombre.

  • Unas herramientas para la hermenéutica del significado oculto de la Toráh. El lenguaje hebreo, se considera un lenguaje puro (la palabra y la cosa designada son lo mismo). Es el lenguaje sagrado de Occidente, como el sánscrito lo es de Oriente. Dichas herramientas son: Guematria, Temurá y Notarikón. El uso de tales herramientas se conoce como Cábala práctica.Por otra parte, los “Ángeles subiendo y bajando por esta escalera” representan el movimiento continuo en ambas direcciones, que podríamos decir de involuciónhacia abajo y evolución, hacia arriba. 
  •         Un diagrama que describe tanto el macrocosmos como  el microcosmos: el Arbol Sefirótico o Arbol de la Vida, constituído por 10 esferas (Sefirot) y 22 senderos que unen éstas, a cada uno de los cuales les corresponde una de las 22 letras hebreas del alefato. Dios se sirvió de las letras para crear el universo a través de sus emanaciones o sefirot: “Diez sefirot de la Nada y 22 letras fundamento”  (Sefer Yetzirah)

Es interesante reseñar que el Arbol sefirótico está “invertido”, pues sus raíces se encuentran en el cielo, y sus ramas en la tierra. La última esfera o  sefirah es Malkut, que representa el “Fruto” del Arbol, mientras que la primera de las esferas  Kether  sería la “Fuente” que, como un surtidor,  llena su recipiente, y una vez lleno, se derrama sobre otro inferior, el cual, al llenarse a su vez se desborda sobre un tercero más abajo y así sucesivamente en cada una de las esferas. Este derramarse constante de la fuente nos recuerda que la Creación sucede a cada instante. 


El idioma hebreo

“En el Principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”

En hebreo, el nombre del objeto y el propio objeto designado son una misma cosa, de hecho se utiliza una misma palabra:דבר (dabar)

El idioma hebreo es de origen semítico y es uno de los más antiguos que se conocen. Se constituye por un alfabeto –el Alefato- de 22 letras consonantes. De ahí que la pronunciación correcta de una palabra –dependiente de los indispensables fonemas vocálicos- se considerara un conocimiento oculto y de gran poder.


יהוה
De hecho el Shem o Nombre, conocido también como Tetragramatron,  no puede ser pronunciado pues el modo correcto de hacerlo se desconoce.  Los judíos utilizan el término Adonai  para referirse a Dios.

Para poder pronunciar las palabras de uso común se inventaron los llamados puntos masoréticos o bien se utilizaron determinadas letras ( he, yod, vau) como vocales.


El texto se escribe de derecha a izquierda, y cada palabra debe componerse de al menos dos letras. Otra cualidad única del hebreo es que cada una de las veintidós letras tiene un valor numérico, por medio del cual puede ser calculado el valor numérico de cualquier palabra. Esta peculiaridad permite una de las técnicas hermenéuticas de la Cábala: la Guematria.
Por otro lado, cada una de las 22 letras tiene un significado propio, lo cual permite el desarrollo de otra técnica, llamada Notarikón


ALEFATO
El Alefato hebreo se conoce también como el “Alfabeto de Fuego”, por los bellos trazos de las letras y, quizás, porque la letra corresponde al 22 sendero del Arbol de la Vida, por donde entra el Rayo Relampagueante.  Su significado es precisamente Fuego y Espíritu, y su forma recuerda  a una triple llama.


Las 22 letras se complementan con 5 letras finales, que son una variación del símbolo que corresponde a  5 determinadas letras cuando se escriben al final de la palabra.
Existen 3 letras madres, llamadas los 3 orígenes:

ALEF
Elemento aire
MEM
Elemento agua
SHIM
Elemento fuego


La letra alef es la primera del alefato, la shin es la última, y la mem es la central, si tenemos en cuenta el alefato completo de 27 letras.

El Arbol de la Vida     עץ החיים

El Arbol de la Vida o Arbol Sefirótico, diagrama principal de la Cábala, aparece ya como representación de toda la creación en el Sefer Yetziráh (Libro de la Formación): “Diez sefirot de la Nada y 22 letras fundamento”.  En el Génesis se indica que en el Jardín del Edén existen dos árboles: El Arbol de la Vida y el Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal.  Sabemos que el fruto del primero es la vida eterna, mientras que el del segundo es la muerte. La interpretación ortodoxa de este conocido mito ya la conocemos. Pero podemos examinarlo desde otra visión:

Discriminar entre el mal y el bien es el origen de todo pecado”  ( Ramana Maharsi)

En el Arbol de la Vida a la triada formada por  las 3 primeras esferas se le conoce como Triada de las Raíces o “Gran Rostro”, por referirse a la divinidad, siendo el resto del Arbol llamado “Pequeño Rostro", separados por una barrera: el Abismo. En esta barrera se encuentra la sefirá del Conocimiento, Daat, que es realmente una esfera oculta, la undécima esfera, llamada a veces la “no esfera”, por debajo de la cúal se encuentra el Eje Etico del Arbol, con las sefirot de Jesed (Misericordia) y Guevuráh (Severidad), también conocidas como Bien y Mal.  El conocimiento del bien y del mal es el comienzo de la Dualidad y el fin de la Unidad, la expulsión del Paraíso en definitiva, puesto que no es posible ningún opuesto sin su contrario.



El Arbol de la Vida puede verse como un camino que el alma recorre para retornar de nuevo a su Origen. Este camino de 32 elementos es el “Camino del Corazón”, puesto que el corazón: לּבּ leb, suma exactamente 32, que es también el número de veces que se menciona a Dios en el Génesis. Y como hemos visto, las letras lamed y beth forman también parte de la palabra Kabaláh. En síntesis, puede compararse la Cábala con una escalera que permite remontar los sucesivos niveles de manifestación hasta alcanzar la Causa Suprema.

La Escalera de Jacob

Yo dije: “Muéstrame la escalera que pueda subir hasta el Cielo”
El dijo: “Tu cabeza es la escalera, pon tu cabeza bajo tus piés”
(Rumi)

El Arbol de la Vida es también la Escalera de Jacob, que conecta el cielo con la tierra. Cada Nivel de Manifestación tiene su propio Arbol, que se encadena al siguiente. El Árbol de cada mundo crece a partir de la estructura del anterior, de tal manera que el flujo que conecta todo lo que existe, está presente en todo lo manifestado.  Tal y como se dice: “la cabeza en el cielo y los pies en el suelo”, el trabajo del alma requiere estar conectada a todos los niveles. Y existen 4 niveles de manifestación: físico o material, emocional, mental y espiritual. Los distintos árboles que se corresponden a estos niveles se unen desde dos sefirot: Keter y Tiferet, de modo que el Keter del nivel físico es el Tiferet del nivel emocional, y el Keter de esta nivel es el Tiferet del nivel mental, y el Keter de dicho nivel es el Tiferet del espiritual. Tiferet es siempre el Centro del Arbol, mientras que Keter es su Corona. La estrecha relación entre estas dos esferas puede ilustrarse con la frase de Jesús: “El Padre y Yo somos Uno”.
Por otra parte, los “Ángeles subiendo y bajando por esta escalera” representan el movimiento continuo en ambas direcciones, que podríamos decir de involución hacia abajo y evolución hacia arriba. La Creación no es algo que sucedió, sino que es algo que está sucediendo en cada instante.