“La capacidad de poner nombres es
la capacidad de distinguir a unos seres de otros. Pero la mem, que representa el agua, representa también lo indiferenciado.
En su posición inicial, uniendo en la viga inferior del Arbol las esferas de
Netzaj y Hod, formaba una barrera que impedía que los seres se diferenciasen y
apareciesen en el mundo. Cuando cambió su posición y pasó al sendero que
comunica Netzaj y Tiferet, se llevó su capacidad de in-nominar, de quitar nombres, la cual, si antes pertenecía al reino
de lo subconsciente, entonces pertenecería al olvido y al perdón. Lógicamente,
en su nueva posición se asoció la letra al Arcano XIII, al que, aunque no lleva
nombre, muchos llaman “La Muerte”. Pero, según muchas tradiciones, lo que no
tiene nombre no existe.”
Séfer Ha Neshamá (Jaime Villarrubia, Carmen Haut, Dulce Mª Millera)

Mem es una de las tres
letras madres, junto con א alef y ש shin. Esta triada
representa los tres elementos básicos: fuego (shin), agua (mem) y aire (alef).
La tierra no se considera un elemento puro, sino una combinación de estos tres.
La permutación de estos tres elementos nos da las seis direcciones espaciales,
o ejes espaciales, del universo tridimensional: arriba, abajo, este, oeste,
sur, norte.
El Arcano XIII, conocido vulgarmente como “La Muerte”, no
tiene nombre como los demás. Este detalle es de suma importancia porque todo
aquello que no tiene nombre no existe,
sobre todo en Cábala, dónde el
objeto y la palabra que lo nombra forman una unidad indisoluble. La carencia de nombre apunta a que el actor de este juego no muere. Lo que
muere es el personaje que interpreta
en la función, que, una vez finalizada ésta, debe hacer mutis por el foro. Y ¿Quién es realmente este actor? Veremos
lo que nos dice la carta:

Un esqueleto, de color carne, siega un campo con una
guadaña. Sobre la tierra negra se encuentran esparcidos miembros y cabezas,
fruto al parecer de esa siega. Pero las cabezas están indudablemente vivas, y
algunas manos parecen sobresalir del suelo de modo voluntario, no como restos
inertes, sino como nuevos miembros. El suelo negro recuerda el nigredo
de la alquimia o el cieno del que emerge el loto en la tradición
budista. En Cábala es sin duda el
color de la sefirá de Bináh, la matriz cósmica en la que se
genera toda la manifestación. Esto nos sugiere que el sujeto termina con
algunas cosas para dar lugar al nacimiento de otras nuevas, y aquí se encuentra
la clave principal del arcano y de lo que representa verdaderamente eso que
llamamos muerte: la necesidad de renovación, para la que es imprescindible
terminar definitivamente con lo viejo, lo que ya no sirve. La naturaleza lo
hace a la perfección, mientras que el deseo de continuidad del hombre lo
obstaculiza constantemente. En palabras de Krishnamurti: “La muerte que
destruye para que la creación pueda ser… La muerte era el medio para el nuevo
estado, la nueva invención, un nuevo estilo de vida, un nuevo pensamiento. Era
un cambio atemorizador, pero ese cambio traía una nueva esperanza.”
En un sentido espiritual este arcano apunta sin duda a la
muerte del ego. ¿Qué quiere decir
esto? Que el sujeto debe desidentificarse de su personaje, debe descubrir que no es ese yo mental definido totalmente por lo que ya está muerto, lo que ya
no existe, que es su pasado, al que da continuidad y con ella la ilusión de una
entidad real independiente y separada de los demás. La siguiente etapa del
viaje de El Loco, que en un
paralelismo no casual es un naipe que no tiene número, es hacer la “gran
transformación”: encontrarse a Sí Mismo,
encontrar al Actor, el Atman.
En el Arbol de laVida el Sendero XIII va de Netzaj, la sefirá emocional, a Tiferet,
el Yo Superior. El viaje es duro, conocido como “noche oscura del alma”. Hay
una muerte, la de nuestra vieja identidad, pero es como la destrucción de la
oruga para que nazca la mariposa. En todo caso, ya no hay vuelta atrás.
El sendero XIII representa sin duda al Cristo, es decir: a Jesucristo. El número 13 no solo le es atribuible, sino que además 13 es la mitad de 26, el número que corresponde al Nombre Divino יהוה, y apunta a la doble naturaleza de Jesucristo: la humana (Jesús de Nazaret, la sefirá de Netzaj) y la divina (Cristo, Tiferet). La divinidad del Arcano Sin Nombre se encuentra precisamente en esta ausencia de nombre, pues todo aquello que se nombra es un objeto, una cosa (nuestro concepto de realidad deriva de esa etimología latina: res-rei, cosa). Y el Nombre Divino es impronunciable porque Dios no es un objeto, sino el Unico Sujeto. El mismo concepto existe en el Taoísmo: “El Tao que puede nombrarse no es el verdadero Tao…”. Recuerdo que en las clases de filosofía, cuando nos enseñaban las demostraciones lógicas de la existencia de Dios, yo rebatía que lo único que demostraban era la existencia del concepto de Dios. Es decir: lo reducían a objeto (mental), sin comprender que el Conocedor no puede ser en modo alguno un objeto de conocimiento. El Vedanta Advaita utiliza el método contrario: Neti-neti (no es esto, no es aquello) para hablar de Brahman. Y uno de sus más grandes representantes, Nisargadatta Maharaj, nos dice que nuestra verdadera naturaleza, quienes realmente somos, no tiene nada que ver con un objeto, material o mental. En consecuencia no somos el cuerpo, la personalidad, el pensamiento, las emociones ni nada de lo que podamos apercibirnos.
La gran transformación a la que apunta este arcano no
puede producirse sin hacer “borrón y cuenta nueva” en nuestra vida, y este
proceso requiere el perdón incondicional, no a “nuestros deudores”, pues
carecemos del poder de perdonar a alguien, sino a nosotros mismos. Un magnífico
análisis cabalístico de lo que significa realmente nos lo da Jaime Villarrubia: Significado de el perdón
TIPO DE SENDERO: De vínculo entre la
Mente y la Personalidad.
DIRECCION DEL SENDERO: Alternativa o intermitente entre Netzaj y Tiferet.
El olvido y el perdón representarían el sentido ascendente; la gran crisis
emocional solo puede empezar a resolverse tras poner punto final a nuestro sentimiento de culpa por acciones del pasado.
Solo así es posible abrirse al Yo Superior en Tiferet. El sentido descendente
parte de este Centro y permite que se establezca el vínculo transpersonal con
la Personalidad, superando así la Noche Oscura del alma en el aspecto
emocional. Como todas las tradiciones afirman, la muerte del “viejo yo” es
imprescindible para que se produzca el nacimiento del “hombre nuevo”. Jesús así
lo afirma a Nicodemo: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el Reino
de Dios”. Juan 3:1-10
SIGNIFICADOS: El olvido de las ofensas
y el perdón a uno mismo. La Noche Oscura del alma en los aspectos emocionales.
El desprendimiento. El amor incondicional, sublimado como amor crístico. La
Gran Transformación o Muerte Iniciática.
CORRESPONDENCIAS EN EL SER HUMANO: La zona lumbar y las vértebras lumbares. El intestino
ciego. El nervio ciático.
PROBLEMAS SI ESTA BLOQUEADO: Autocrítica
excesiva, que degenera en sentimientos de culpa. Represión emocional, que al
estallar inevitablemente provoca aún más culpabilidad. Resentimiento. Ira. En
casos extremos violencia, que puede incluso llegar al asesinato. Crímenes
pasionales.
PROBLEMAS DE SALUD: Artrosis. Ciática.
Problemas en zona lumbar, cadera y rodilla derechas.
El Camino de Santiago y la muerte
iniciática
Entre
los muchos símbolos que encontramos en el Camino de Santiago, la muerte está
muy presente. Suele aparecer en forma de calavera, en los capiteles de algunas
iglesias, sobre las puertas, o escondida en los lugares más insospechados. Y es
que la ruta de las estrellas es un camino iniciático de muerte y resurrección,
recorrido por multitudes del viejo continente que seguían la ruta del sol hasta
lo que los romanos llamaron Finis Terrae, pues la meta no es la tumba del
apostol, sino el mar tenebroso, en el que el sol muere cada atardecer para renacer espléndido en un nuevo día.
Puesta de sol en la Costa da Morte