

El despliegue de la
información de Atziluth da lugar a los niveles de manifestación de Briáh, Yetziráh y Assiáh. Briáh
como universo creado pertenece a Imma, mientras que Abba representa todo el
potencial de Atziluth. Yetziráh configura el llamado Zeir Ampin (Rostro Menor) formado por las 6 sefirot de Jesed, Guevuráh, Tiferet,
Netzaj, Hod y Yesod
como dimensiones del mundo psíquico, mientras que Assiah da lugar al mundo
físico de Malkut. Estos tres
mundos se corresponden con los niveles del alma conocidos como Neshamáh (Briáh), Ruaj (Yetziráh) y Nefesh
(Assiáh).
Siguiendo con el aspecto de polarización de la energía en el Arbol tenemos tres tipos de sefirot:
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Partzufim o Rostros |
Siguiendo con el aspecto de polarización de la energía en el Arbol tenemos tres tipos de sefirot:
Sefirot centrales: Se alinean
en el Pilar Central y representan la conjunción de las sefirot masculinas y
femeninas. Es el caso de Daat,
Tiferet y Yesod. Kether es anterior a la polarización yin-yang y Malkut es la sefirot que recoge
la energía de todas las anteriores.
Las sefirot se configuran en ejes dentro del Arbol de la Vida que
serían los siguientes:
Ejes Horizontales:
Ejes Verticales:
A su vez estas sefirot se configuran en Triadas en las que se manifestará la
dialéctica entre aquellas opuestas. Nos centraremos en las Triadas Estructurales, que son las que se alinean en el Pilar Central o del Equilibrio. El resultado de la dinámica entre sefirot masculinas
y femeninas dentro de su eje determina el equilibrio o desequilibrio de la
sefirot resultante, así Daat
resulta de la conjunción de Jokmáh
y Bináh, Tiferet de la conjunción de Jesed y Guevuráh
y Yesod de la conjunción de Netzaj y Hod. Malkut
sería el resultado de esas sefirot alineadas en el Pilar Central.
Naturalmente no puede existir
un equilibrio perfecto, pues en ese caso no habría dinámica alguna en el Arbol
y eso es imposible, pues como representación del hombre siempre se manifestará
algún aspecto imperfecto, ya que el ser humano como tal no es perfecto y de un
modo u otro siempre “peca”, es decir; comete errores. Sin embargo esto no es
óbice para que conozcamos y hagamos la corrección pertinente en aquellas
dimensiones que muestran desequilibrio. Y por lo general éste se debe a un
exceso o defecto de lo que representa la sefirot, que en síntesis sería un mal
funcionamiento del dar-recibir como aspectos duales del juego yin-yang.
Y en esta dinámica es preciso que el aspecto receptor (Cli) sea mayor que el
aspecto dador (Or), es decir; el recipiente tiene que poder contener la energía
que le llega para no romperse. En todo caso un cierto grado de desequilibrio es esencial pues representa el potencial para evolucionar.
Equilibrio del eje
Jokmáh-Bináh
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Triada de las Raíces |
El desequilibrio en este eje
se produce cuando Satán introduce un
elemento que distorsiona a cualquiera de las sefirot. Entendamos aquí que
Satán, como adversario del hombre, tiene una función concreta: dividir para que
el hombre aprenda a unir. En Jokmáh
Satán opera como Lucifer, te liquida
por la luz, te ciega. Es la soberbia espiritual del que cree que ha alcanzado
la iluminación y en realidad cae en la oscuridad por la luz, se ciega. En Bináh en cambio el personaje
sería Lilith, mujer creada como
pareja de Adán pero desechada por querer copular sobre él. ¿Qué nos dice esto?
Que se pone la razón por encima de la intuición, y la razón no es un aspecto
dador, sino estructurador. De modo que Lilith nos muestra una mente
hiperracional y controladora que rechaza la información intuitiva. Aquí la
soberbia radica en creer que la inteligencia humana lo es todo. Y la
información que no se amolda a las rígidas estructuras mentales es desechada
sin más. ¿A qué nos recuerda esto? Al dogmatismo de la ciencia que desprecia
todo aquello que escapa a su control. El personaje de Eva representa en cambio a la razón que acepta los contenidos de la
intuición (Adán), y cuya cópula da
fruto: Daat, el Conocimiento.
Un conocimiento que, en el momento en que se produce, debe desaparecer como
entidad fija, hasta ser completado o sustituido por otro conocimiento nuevo.
Por eso Daat no es una
dimensión como las otras y se conoce como la no sefirá.
La perfecta conjunción entre Jokmáh y Bináh se da cuando los dos hemisferios se integran
totalmente. Si esto sucede la Luz baja directamente a través del vacío de Kether (Corona) y se produce la
Iluminación. El sendero que une ambas sefirot se conoce como Viga de la Espiritualidad, y su arcano
correspondiente es el número 3, La Emperatriz, que representa la integración de los opuestos. Las tres sefirot
implicadas configuran la Triada de las Raíces, llamada así porque el Arbol de la Vida tiene sus raíces en el Cielo
y su fruto, Malkut, en la
Tierra.

Equilibrio del eje Jesed-Guevuráh
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Triada de la Ética |

El equilibrio entre Jesed y Guevuráh se manifiesta en Tiferet, cuyo significado: Belleza, Armonía,
apunta a las cualidades que resultan de este equilibrio. En el centro del Arbol
de la Vida, en Tiferet
confluyen influencias de todas las sefirot, 8 de ellas conectadas directamente
por los Senderos Subjetivos y la de Malkut de modo indirecto a
través de Yesod. Las tres
sefirot implicadas: Jesed, Guevuráh y Tiferet configuran
la Triada de la Etica
Las anteriores sefirot citadas
se encuentran más allá de la forma, en el plano transpersonal, a excepción de Tiferet, el centro de la
Individualidad, que conecta ambos planos y se erige, o debería erigirse, en el
director de orquesta del plano inferior, constituído por la Triada de la Inserción en el Mundo y
cuyo centro es la sefirá de Yesod,
la Personalidad. Aquí el eje se encuentra entre Netzaj y Hod,
es decir; entre la dimensión emocional y la dimensión mental. En Netzaj comienza propiamente la
manifestación de la multiplicidad, con una serie de energías que constituyen el
combustible para la acción. Estas energías, las “Huestes”, que encontramos en
el nombre divino de la sefirá: Eterno de las Huestes, son de naturaleza
emocional y pasional, e incluso más concretamente sexual, entendiendo este
término no como lo exclusivamente genital sino en un sentido más amplio como lo
que Freud denominaba Libido.
Es evidente que Netzaj es una
sefirá expansiva, es decir; dadora, mientras que la sefirá receptora
del eje es naturalmente Hod,
la mente concreta. El aspecto restrictivo que ha de jugar Hod es esencial para que no se desborden las energías
pasionales, y no hace falta comentar cual es el resultado si fracasa el
pensamiento racional poniendo orden en las imperiosas energías con que cuenta
la libido, y lo cierto es que a menudo, y la mayoría lo sabemos por
experiencia, el “dique se rompe” y arrasa con todo. Un buen equilibrio en este
eje permite que Hod pueda
concretar los deseos expresados por Netzaj
haciendo uso de eso que comúnmente se llama sentido común, y que es bastante
poco común por requerir de una buena dosis de inteligencia. Este juego
mental-emocional es recogido por la sefirá de Yesod, el centro de la Personalidad, el ego. La dialéctica
psicoanalítica entre Ello (Netzaj),
Superyó (Hod) y Yo
(Yesod) es válida para
explicar este eje en el que, naturalmente, el ego de Yesod ha de conciliar ambas exigencias.
Pensamientos y
emociones se retroalimentan y se comunican a través de la llamada Viga de la Personalidad, el Sendero XVI que corresponde al arcano del Tarot denominado La Torre. Recordemos que la palabra persona viene del latín “per
sonare”, para sonar, en referencia a la máscara que se ponía el actor para
representar su personaje y que también le permitía proyectar la voz en la
representación. El arcano de La Torre nos muestra la destrucción de nuestra identificación con el personaje en momentos de graves crisis. Los personajes
que caen representan a Netzaj (emociones)
y Hod (pensamientos), el soporte de nuestra personalidad. Estas crisis, a veces
muy duras, nos dan la oportunidad para un crecimiento evolutivo que nos permita
poner nuestro centro en Tiferet
en vez de en Yesod. Subrayando,
eso sí, que no se trata de destruir el ego, sino de destruir nuestra
identificación con ese ego que, junto con el cuerpo físico (sagrado como
indica el nombre del arcano: La Maison Dieu) constituyen el vehículo
transitorio con el que actuamos en el mundo físico de Malkut.
En el Pilar Central del Arbol este eje muestra los dos polos clásicos que
representan las direcciones de Arriba
(Cénit) y Abajo (Nadir), comúnmente
denominados Cielo y Tierra, el Axis
Mundi de muchas tradiciones. En el Arbol de la Vida se corresponden a las
sefirot de Kether y Malkut. Recordemos que las raíces de
este Arbol están en el Cielo, siendo el fruto la sefirá de Malkut, la tierra en el
sentido amplio del mundo material. Existe aquí una evidente polaridad de
género, siendo el cielo el polo masculino y la tierra el femenino, y por tanto;
el dador es el cielo y la receptora la tierra. Y en la Cábala se
los conoce como El Rey y La Reina, o El Rey y La Novia. Malkut
es la morada de la Shekináh, la
presencia divina en el mundo material, el aspecto femenino de Dios ya que el
mundo material, desde las galaxias a las partículas subatómicas, recibe el Espíritu de Kether.
“Es a través del aspecto
femenino de Dios que los treinta y dos senderos se revelan a los justos. Los
Tzadik-justos ascienden el sendero desde el Reino de Malkut (en el árbol
Yetzirático es el lugar en el que mora la Shekinah o Presencia Divina), a
través de Yesod-Fundamento hasta Tiferet-Belleza” nos dice Ibn Gabirol. Este
movimiento ascendente de Malkut a Kether se hace a través
del llamado Sendero de la Flecha,
que transcurre en el Pilar Central del Arbol pasando por las sefirot de Yesod,
Tiferet
y Daat,
y trascendiendo las tres barreras que se asocian a estas sefirot: Queset, el Arco Iris (Yesod), Parojet,
el Velo del Templo (Tiferet) y Teham, el Abismo (Daat). Este camino directo es el Sendero de la Iluminación,
y las barreras son las tres pruebas fundamentales para llegar al Origen:
trascender el Ego (Yesod), trascender la propia Individualidad (Tiferet)
y trascender la dualidad básica sujeto-objeto (Daat). Pero siendo la
gran metáfora evolutiva de la Cábala el ascenso del alma por el Arbol de la
Vida, existe otro modo de llegar de Malkut a Kether que es recorriendo
todos los senderos y accediendo a todas las sefirot. Este camino es el que
representa Najushtan, la serpiente del Arbol que sube rodeando cada sefirá
e integrando todo lo que ésta representa. Ambos caminos evolutivos contribuyen al Tikún Olam, el plan espiritual de
evolución del mundo.
La ruptura del equilibrio en este eje se manifiesta en la desconexión con la Fuente, Kether, de forma que lo que el Espíritu da en abundancia el mundo material de Malkut no lo recibe, merced a esta desconexión que no es sino el olvido de su Origen. El paradigma materialista en el que vivimos actualmente es un ejemplo de este desequilibrio en el que Dios es sustituído por el azar, y se vive únicamente dentro de la Triada de la Inserción en el Mundo, cuyo centro es Yesod, el Ego. Es la Edad de Hierro de la tradición, el Kali Yuga del hinduismo, el punto de mayor exilio del Espíritu.
El Sendero que une a Tiferet con Yesod es el XIV, LaTemplanza, en la que vemos a un ángel mezclando el contenido de dos
vasijas. El acto nos sugiere el modo en que un líquido se templa, mezclando lo
frío con lo caliente, es decir; el líquido, las emociones,
deben templarse si se quiere aspirar a un plano superior, el plano
mental, sugerido por las alas del ángel, que nos remiten al elemento aire. Para
acceder a Tiferet se requiere
no solo una disposición receptiva, sino también un temple de acero, tal y como
las espadas que portaban los templarios, llamados así por residir en el Templo
de Salomón. En nuestro templo de Tiferet
podremos comunicarnos con el Altísimo, Kether,
y conocer lo que significa esa frase del Maestro: “El Padre y Yo somos Uno”.
Equilibrio del eje Netzaj-Hod
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Triada de la Inserción en el Mundo |

Ejes Verticales:
Equilibrio del Eje Kether-Malkut: Cielo-Tierra, Espíritu-Materia.

La ruptura del equilibrio en este eje se manifiesta en la desconexión con la Fuente, Kether, de forma que lo que el Espíritu da en abundancia el mundo material de Malkut no lo recibe, merced a esta desconexión que no es sino el olvido de su Origen. El paradigma materialista en el que vivimos actualmente es un ejemplo de este desequilibrio en el que Dios es sustituído por el azar, y se vive únicamente dentro de la Triada de la Inserción en el Mundo, cuyo centro es Yesod, el Ego. Es la Edad de Hierro de la tradición, el Kali Yuga del hinduismo, el punto de mayor exilio del Espíritu.
Equilibrio del Eje Tiferet-Yesod: Individualidad-Personalidad, Yo Superior- Ego
También en el Pilar Central, y formando parte del Sendero de la Flecha, este eje interno
comunica la sefirá central de Tiferet,
como centro de la Individualidad, dentro de la dimensión mental de Briah, con la sefirá de Yesod, centro de la
Personalidad, en la dimensión psíquica de Yetziráh. Para ilustrar la relación entre estas dos sefirot podemos
referirnos a los astros asociados a cada una de ellas: el Sol para Tiferet y la Luna para Yesod. Evidentemente el sol
juega un papel activo dando su luz, que la luna recibe y refleja iluminando la
propia tierra, Malkut. Y del
mismo modo que la luna es cambiante y por ello solo puede reflejar la luz al
máximo en su fase de luna llena, Yesod,
el ego, solo puede recibir la influencia de Tiferet cuando está alineado adecuadamente con ella.
Y para ello lo primero es que el ego sepa que, al igual que la luna, carece de
luz propia, y que tan solo puede reflejar la que le llega de un plano superior,
dónde reside su verdadera identidad, ese
Centro al que todas las tradiciones espirituales se refieren, el Ser, el
Yo Superior, el Sí Mismo etc. La receptividad de Yesod depende de este conocimiento, y a mayor receptividad
mayor luz se puede recibir, la conexión será más fuerte y podremos oír esa voz
interior que es nuestra guía. El desequilibrio surge cuando nos identificamos
con la personalidad, Yesod, ignorando la dimensión superior de Tiferet. El ego, que como la
luna no tiene luz propia y sólo puede reflejar la ajena, se convierte en señor
de la casa, y toda la dimensión transpersonal del Arbol de la Vida permanece
ignorada, quedando exiliados en la Triadade Inserción en el Mundo.

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No olvidar que el equilibrio a lograr en cada eje del Arbol de la Vida no es un equilibrio estático, algo que sería inmovilista y no permitiría ninguna evolución. El verdadero equilibrio se consigue de un modo similar a montar en bicicleta, corrigiendo a cada momento el desplazamiento a izquierda o a derecha, y procurando no mirar atrás. Y, por supuesto, las caídas forman parte del proceso. Lo único que hay que hacer es levantarse y seguir hacia delante.